Las energías renovables en parajes rurales aportan mayor calidad de vida
La iniciativa pública PERMER entrega e instala equipos fotovoltaicos en viviendas, escuelas y otros establecimientos estatales para abastecer de electricidad en zonas alejadas de las redes. A días de una nueva licitación, avances del proyecto en varias provincias.
Cuando cae la noche en medio del campo abierto, el altiplano o la montaña, en las casas se empiezan a encender los fuegos, las velas o los sol de noche. Como hace dos siglos, pero en pleno siglo XXI, la electricidad por redes no llega a todos lados.
En los parajes alejados de las ciudades, a donde no llegan los tendidos eléctricos ni las redes de gas natural, la dependencia de la leña, para cocinar y calentarse y de las baterías o pilas para hacer funcionar algún electrodoméstico son vitales.
Eso que para el turista o el citadino es una singularidad, una aventura eventual con un toque romántico, es la realidad de miles de hogares y puestos de trabajo en los confines del territorio. Una familia en un sitio originario, un ganadero puntano y un guardaparque en Patagonia comparten esta realidad.
Sin embargo, y aunque son costumbres ancestrales, hoy no son elegidas por los habitantes, más bien resultan cotidianeidades que la mayoría estaría dispuesta a mejorar si tuviera las herramientas y los medios para actualizarlas.
Además, el uso de estas alternativas conlleva peligros y accidentes, con los gases de combustión al interior de las viviendas y los fuegos mal apagados en sus cercanías. Tanto el GNL como las baterías son costosos y de corta vida útil, con lo que no todos acceden a este consumo básico y necesario.
Heladera, lavarropas, cocina eléctrica, computadora, cargador de celular están vedados por la falta de una fuente de electricidad constante de cierta potencia. Lo mismo ocurre para abastecer del fluido a escuelas rurales, puesto sanitarios y fronterizos, que necesitan no sólo luz sino enchufar equipos electrónicos, informáticos, de comunicaciones y conexión a internet.
Esta realidad, similar en vastas zonas de barrios precarios en las afueras de las grandes ciudades e incluso en los asentamientos dentro de los centros urbanos, difiere en la ruralidad periférica y atomizada en que hasta allí no llegan las torres de media y baja tensión que podrían facilitar su rápida conexión.
Casas desperdigadas en grandes extensiones no hacen rentable la extensión del tendido y conexión al suministro eléctrico a cientos de kilómetros de su generación. Pero si se busca la inclusión y la equidad, algo se puede hacer.
No hay masa crítica ni recursos suficientes para llevar las líneas a una tarifa razonable, diría un ingeniero experto en el negocio. Por eso allí, donde hay una necesidad concreta, el Estado tiene una responsabilidad y más aún si ve a la energía como un derecho esencial de la población.
El Proyecto de Energías Renovables en Mercados Rurales nació hace más de dos décadas como una iniciativa del ámbito público, con el objetivo de encarar esta situación con el aprovechamiento de las fuentes alternativas ya disponibles a un costo más competitivo.
En la actualidad depende de la Subsecretaría de Energía Eléctrica nacional, tiene unidades ejecutoras en todas las provincias y es ejecutado a través del Préstamo BIRF Nº 8484 y otras fuentes de financiación adicionales externas e internas.
Según el Censo Nacional de 2010, que por estos días se está actualizando vía digital y presencial, en el país había 120.000 familias rurales que aún no tenían acceso a la electricidad. El relevamiento de 2022 demostrará si son más o menos, cuál es su situación con relación al suministro energético y de qué manera están funcionando las opciones renovables.
Hasta que los mega proyectos se concreten
Los grandes proyectos llevan años antes de concretarse, como las grandes represas hidroeléctricas, los gasoductos troncales o las centrales nucleares, porque demandan enormes inversiones de capital y obras monumentales de ciclo largo.
Las iniciativas alternativas, focalizadas y más acotadas desde un punto de vista presupuestario, por el contrario deberían ser más dinámicas y extensivas pero a veces chocan con la burocracia y el bajo rédito político por las comunidades a las que se dirigen.
En esta dinámica de grande o pequeño, mega o micro, evidente o invisibilizado, algunos planes públicos tendientes a mejorar las condiciones de vida de poblaciones alejadas deberían dejar de lado los ciclos presidenciales, las mezquindades partidarias y seguir una dinámica de políticas de Estado, en sus tres dimensiones jurisdiccionales.
Si bien los paneles solares (módulos de silicio amorfo) y las baterías acumuladoras de energía han ido bajando sus valores en los últimos años, e incluso ya hay emprendimientos locales para sustituir su importación con equipos de industria nacional, los precios todavía no son accesibles para la mayoría de las personas.
La alternativa efectiva es utilizar el poder de compra del Estado a gran escala y mediante licitaciones públicas, lo que permite acceder a un menor costo por unidad y con estándares avalados por un contrato en la esfera pública. Además, una vez adjudicadas las obras y las adquisiciones, el aval estatal incluye la puesta en funcionamiento en el territorio y la renovación de los equipos obsoletos.
El PERMER brinda acceso a la energía con fuentes renovables a la población rural del país que no tiene electricidad por estar alejada de las redes de distribución existentes, y de esta manera busca mejorar la calidad de vida de esos habitantes.
Desarrolla diversas iniciativas para proveer de energía a hogares, escuelas rurales, comunidades aglomeradas y pequeños emprendimientos productivos. El principal objetivo es poder abastecer de energía a todas las familias que viven en zonas rurales dispersas del país, que no tienen fluido eléctrico de red y cada noche deben alumbrarse con velas, linternas y mecheros de kerosén.
Equipos, kits y linternas solares
Cada hogar beneficiario del programa, recibe un sistema fotovoltaico que le permite iluminar los ambientes, escuchar radio y cargar sus celulares para poder comunicarse.
Una de las soluciones es la provisión e instalación de sistemas fotovoltaicos para uso doméstico (SHS), una tecnología que se está utilizando desde hace varios años y que demostró gran efectividad. Ya hay miles de equipos instalados y funcionando en muchas localidades de casi todas las provincias del país.
A partir del año 2019, durante el anterior gobierno nacional se comenzó a implementar una solución más rápida y eficiente: distribución, entrega e instalación a 23.350 hogares rurales de kits solares domiciliarios (Kits 3G) y lámparas solares recargables.
A esta iniciativa la llamaron de «acceso universal», con el objetivo de abastecer de electricidad a partir de energía fotovoltaica y también eólica (WHS), a todas aquellas familias que viven en zonas rurales aisladas de Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja y Buenos Aires.
En agosto de ese año se sumaron 6.200 hogares rurales más en una nueva licitación para abastecer de estos equipos en Chubut, Córdoba, La Pampa y Salta. Durante la pandemia se espaciaron las licitaciones y la provisión de equipos pero ya más liberados de los efectos del coronavirus sería hora de dinamizar el programa y extender su alcance.
Cuando los beneficiarios reciben sus kits solares y sus linternas, dejan de utilizar los mecheros de kerosén o gasoil y las velas con las que se alumbran y de comprar pilas en forma periódica. De esta manera, disminuyen tanto la emisión de humos contaminantes en los hogares, como el riesgo de accidentes y quemaduras relacionados.
Los kits 3G también incluyen una radio que facilita la comunicación y se carga a través de paneles solares en lugar de utilizar pilas desechables, que son caras y pueden contaminar el medio ambiente. Además los equipos se pueden utilizar para cargar las baterías de los teléfonos celulares, mejorando de esta manera el aislamiento de los pobladores rurales.
Para escuelas rurales y establecimientos agropecuarios
Otro de los ambiciosos objetivos del proyecto es garantizar el acceso a la energía y la conectividad en todas las escuelas rurales del país, que se encuentran fuera de la red de distribución eléctrica convencional.
Se calcula que en todo el país están en esta situación 2.000 establecimientos educativos y en cada uno se irán instalando sistemas fotovoltaicos, eólicos o mixtos, para abastecer de electricidad a las aulas y promover las condiciones para enseñar y aprender, ya que así se permite el uso de computadoras, televisores, DVD, fotocopiadoras, e incluso la conectividad por banda ancha o satelital.
Se sigue trabajando en un relevamiento exhaustivo de las necesidades de cada uno de los establecimientos para dimensionar correctamente los sistemas, aseguran desde la Secretaría de Energía nacional. En muchos casos, se repotencian los equipos que fueron instalados durante PERMER I, entre 2000 y 2012.
El proyecto realiza distintas intervenciones en conjunto con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que participa en el proceso de relevamiento de necesidades, capacitación de los usuarios y control de las instalaciones en conjunto con las Unidades Ejecutoras Provinciales, que los potenciales interesados en recibir el servicio pueden consultar en la web.
También supervisan el correcto funcionamiento de los sistemas en el tiempo, ofreciendo asistencia técnica y organizacional a los beneficiarios para asegurar su sostenibilidad. Esta cooperación técnica es fundamental para favorecer la producción agropecuaria, el apoyo de pequeños emprendimientos productivos y el arraigo territorial.
Los boyeros solares en particular permiten electrificar las cercas que contienen al ganado en las zonas rurales del país que no cuentan con acceso a la red eléctrica. De esta manera, se fortalece la capacidad productiva de los trabajadores rurales y se fomenta su arraigo territorial.
Cada boyero viene con su batería y panel solar integrado, y es una solución de bajo costo y alto impacto para mejorar y facilitar el trabajo de los productores agropecuarios. A principios de 2021 se realizó la última licitación importante para la adquisición de 5.428 boyeros solares para varias provincias.
El ritmo de licitaciones ya podría acelerarse
El programa también se ocupa de la distribución de sistemas de bombeo solar para facilitar acceso al agua con destino doméstico, productivo y de riego. En base a los relevamientos en el territorio, se instalan equipos solares compuestos por un sistema fotovoltaico, una bomba sumergible y un controlador.
A mediados del año pasado se realizó la última licitación nacional para la provisión e instalación de 1.574 sistemas de bombeo solar para las provincias de Catamarca, Chaco, Córdoba, Jujuy, La Pampa, La Rioja, Neuquén, Río Negro, San Juan y Tucumán.
También se construyen plantas de generación fotovoltaica con acumulación integradas a micro-redes, que permiten el acceso a la energía eléctrica para comunidades rurales aglomeradas: hogares, instituciones de servicios públicos y pequeños emprendedores.
El acceso a la energía limpia e ininterrumpida significa una mejora exponencial en la calidad de vida de esas comunidades y tiene un gran impacto ambiental, a la vez que favorece el arraigo de comunidades y el desarrollo de localidades.
El 8 de abril se hará la apertura de las ofertas de la nueva licitación de proyectos de energía solar destinados a 241 establecimientos y edificios públicos nacionales y provinciales en casi todo el país, con una inversión cercana a los US$22 millones.
Se refiere a la provisión e instalación de equipos fotovoltaicos e instalaciones internas para dotar de energía eléctrica a campamentos de Vialidad Nacional, puestos fronterizos del Ejército Argentino, de Gendarmería Nacional, refugios de Parques Nacionales, escuelas rurales y establecimiento sanitarios y policiales en 19 provincias.
Las obras beneficiarán directamente a 11.826 trabajadores que se desenvuelven cotidianamente en estas instituciones públicas, al garantizar la provisión de este servicio público imprescindible en estos establecimientos alejados de la red de distribución eléctrica, e indirectamente mejorarán la calidad de vida de muchos miles más de argentinos y argentinas.
El secretario de Energía, Darío Martínez, afirmó en un comunicado que “con el PERMER venimos avanzando mucho, otorgando energía limpia a diferentes zonas rurales a lo largo y ancho del país”.
El ritmo venía lento, ahora podría acelerarse ya que todavía hay muchas personas todavía sin electricidad y, por lo tanto, una futura conectividad depende de este paso previo. Para que llegue el gas por redes, seguro la espera será más larga, aunque los hornos, estufas y calefones solares podrían ser buenas alternativas hasta ese entonces.
Fuente: Política y Medios