Los desafíos de Guzmán
Hace menos de una semana, el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, publicó un artículo en uno de los sitios de opinión más prestigiosos del mundo en el que aseguró que Martín Guzmán era “la persona correcta en el lugar y en el momento justo”.
Unos días antes, una columnista del Financial Times, el diario financiero más influyente del planeta, había publicado un texto en el que afirmaba que la designación del joven ministro era “la mejor manera de enfrentar la crisis de deuda”. Las expectativas, ese componente casi mágico de las fórmulas económicas, empezaron jugando a favor para la nueva gestión.
Sin embargo, este respaldo positivo puede agotarse rápidamente. La magnitud y la profundidad de la crisis económica que dejó el expresidente Mauricio Macri abren una serie de desafíos que el equipo económico deberá enfrentar en el corto y el mediano plazo.
EL DÍA DESPUÉS DE LA EMERGENCIA
A 11 días de haber iniciado su presidencia, Alberto Fernández obtuvo su primer logro político: aprobó en el Congreso, con comodidad, la ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, que contiene una serie de modificaciones previsionales, impositivas, tarifarias y competencias especiales para la negociación de la deuda. La reacción del establishment económico fue moderada: algunos referentes ruralistas se quejaron por la eventual suba de retenciones; algunos empresarios pidieron que se baje la presión impositiva y algunos economistas muy escuchados bancaron pero pidieron ver el plan de crecimiento. “Esto no es un plan integral”, le dijo Carlos Melconian a Luis Majul.
El ministro de Economía avisó en las dos conferencias de prensa que dio (una al momento de asumir y otra cuando dio detalles de qué contenía la ley) que el objetivo inicial era “tranquilizar” a la economía argentina. Alberto Fernández también habló de la necesidad de “parar la pelota”. Hasta junio del próximo año se abre un período de transición: ese es el plazo que el gobierno se puso para definir qué pasará con las tarifas y también con la indexación de jubilaciones y programas sociales.
Si se hace una lectura atenta de la ley se adivina la jugada de la cabeza económica de Fernández: se acomoda el tablero para la negociación de la deuda mientras se brindan respuestas rápidas a los sectores más afectados por la política económica de Cambiemos. Sobre cómo se piensan aumentar las exportaciones o cuáles serán los sectores productivos que lideren el crecimiento no hay precisiones todavía. Solo sabemos que el consumo interno será una apuesta fuerte y también se puede intuir la importancia que Vaca Muerta tendrá para la gestión, sobre todo por dos motivos económicos: el autoabastecimiento energético y la generación de divisas por exportación de la producción nacional. (Dejemos por ahora pendiente el muy importante debate sobre el impacto ambiental del fracking).
Está abierta la pregunta: ¿Qué pasa el día 181?
LAS TENSIONES Y EL TIEMPO
La suba de impuesto a los sectores con mayores ingresos del país se justificó en el marco de la emergencia y fue impulsado por un Gobierno que recién asume en medio de una crítica situación económica. La moderación inicial puede convertirse rápidamente en demandas que escalen en los niveles de tensión con el Ejecutivo.
Además, la economía argentina atraviesa un largo período de estancamiento y posterior desplome con la gestión de Mauricio Macri. Lxs trabajadorxs perdieron alrededor de un cuarto del poder adquisitivo su salario desde 2015. Dar respuesta a los sectores más vulnerados por la política económica pasada es una prioridad, pero la impaciencia de otros sectores debería ser analizada con detenimiento.
LA DEUDA Y EL FONDO
Los vínculos entre el Fondo Monetario Internacional y el gobierno de Alberto Fernández empezaron antes del 10 D. Martín Guzmán se reunió con la titular del organismo el viernes antes de asumir como ministro. Allí, según luego trascendió, se habló de la necesidad de que el Fondo respalde el plan del Gobierno: primero crecer para poder pagar. Esto revierte la lógica que sostenía la administración macrista: ajustar para pagar.
Pero la Argentina no tiene que acordar solo con el FMI, sino también con acreedores privados. Si el Fondo hace las cosas como hasta ahora, es decir, sentándose como el acreedor principal del lado de los inversores, entonces la negociación seguirá el rumbo histórico que todas las negociaciones con ese organismo internacional. ¿Qué pasa si Kristalina Georgieva apuesta a invertir esa lógica y apoyar el programa que este Gobierno lleve a la negociación? Incentivos tiene: la Argentina le debe casi la mitad de todos los préstamos de la cartera del Fondo.
LA FIEBRE VERDE
En su libro “El dólar. Historia de una moneda argentina”, los sociólogos Ariel Wilkis y Mariana Luzzi analizan la relación que los argentinos tienen con la moneda extranjera. En un repaso pormenorizados de cómo se produjo el proceso de popularización de esa moneda (buscando archivo periodístico pero también producciones culturales) lxs investigadorxs encuentran que más que una moneda, el dólar es una manera de interpretar la realidad argentina.
“Tal vez sea una de las instituciones más persistentes de la historia social y política de la Argentina en las últimas décadas. Y aunque la respuesta individualista no cierra si uno va a los números, lo que perdura es el aprendizaje político de parte de la sociedad argentina de que ese uso del dólar es también una relación de autonomía en relación al estado. Y es muy difícil renunciar a ese aprendizaje porque no solo te dio la posibilidad de tener una ganancia, sino que te permitió tener algún grado de previsibilidad o capacidad de ganarle al futuro ante la falta de protección que el Estado argentino le brinda a la sociedad”, reflexionó hace un tiempo Ariel Wilkis en un diálogo con Tiempo Argentino a propósito del lanzamiento del libro.
Entender la complejidad de la relación que la población argentina tiene con el dólar debe ser uno de los elementos que se tengan en cuenta en el análisis que se haga de la evolución del impuesto PAIS, que grava con el 30% a la compra de moneda extranjera o las transacciones con tarjetas que requieran divisas.
¿Cuánto tiempo puede sostenerse el nivel de restricciones cambiarias actuales, sumado a la imposición de un impuesto especial que lo hace más caro? Las justificaciones económicas sobre la restricción externa del país (que en Argentina no se producen dólares y cada cierto tiempo eso genera crisis ante la falta de divisas) pueden motivar medidas de corto plazo que busquen solucionar los desequilibrios. Pero sabemos por experiencia directa y no muy lejana que el desgaste social de estas medidas pueden volverse límites a los proyectos políticos.
LAS DEMANDAS FEMINISTAS
El Gobierno saliente dejó una bomba económica a punto de estallar. En sus primeros movimientos, el Ejecutivo buscó cortar algunos cables en el camino de desactivar por completo la explosión. Sin embargo, el plan anunciado dejó afuera el cable violeta. La crisis económica afectó de manera diferenciada a las personas más excluidas de la economía. Si se miran los números, son las mujeres y otras identidades las que se llevan la parte más difícil: más desempleo, menos salarios, más precarización, más informalidad, menos sistemas de protección.
Si bien alguna de las medidas anunciadas (como el plan Argentina contra el Hambre) tiene un impacto diferenciado, esta desigualdad estructural de la economía no estuvo presente en el diagnóstico ni en el plan presentado por Guzmán. El Ministerio de Desarrollo Social adelantó que buscarán aprobar en 2020 la creación del Sistema Nacional de Cuidados, para reconocer a los cuidados como un trabajo y alentar la profesionalización.
En un país en el que los feminismos son vanguardia en la lucha por los derechos a nivel mundial, sería un error político cerrar los oídos a los reclamos. Lo urgente y lo importante, en este caso, van de la mano.
Fuente: Política Argentina