Mapuches, la anomia y el futuro energético
Al amparo de la negligencia o la complicidad de las autoridades provinciales y nacionales, el avance de los reclamos indigenistas constituye una amenaza para Vaca Muerta, principal motor de la esperanza de una recuperación económica
En la Argentina, la anomia se ha apoderado de la cosa pública. No hay dudas de eso porque lo podemos ver de diversas maneras, como en la impunidad ante hechos graves de corrupción, las puertas giratorias que gozan los delincuentes ordinarios, las manifestaciones que cortan calles y rutas ante la pasividad gubernamental, son algunos ejemplos.
Lo común ante cada uno de estas cuestiones es que hay normas que deberían impedir que se desarrollen, o al menos que sean castigadas. Pero en la era de los derechos humanos, hasta la norma más taxativa puede colisionar contra alguna de menor jerarquía y salir victoriosa, dependiendo de la capacidad de influencia de los factores que impulsen cada una.
Este proceso que vive la Argentina, y digámoslo, buena parte de Occidente, son el marco ideal para un proceso que no es nuevo para quienes habitamos el norte de la región patagónica: el avance de prerrogativas de quienes se autodefinen como mapuches.
En Neuquén siempre hubo integración de los nativos, de los inmigrantes extranjeros y de otras provincias, de los tehuelches, mapuches, españoles, cordobeses o porteños. Pero en los últimos años ha ganado peso una corriente indigenista, o mapuchista, para ser más preciso. Al principio impulsada por sectores de izquierda y luego adoptada por personas que siendo o no descendientes de mapuche, usan la denominación para avanzar en reivindicaciones que en algunos casos pretenden escindir una buena parte de nuestro territorio para crear una nueva nación, el Wellmapu.
Ese avance, que cuenta con el amparo por negligencia o complicidad de funcionarios provinciales y nacionales, pone hoy en jaque al principal motor de la esperanza económica nacional: Vaca Muerta. En efecto, de manera insólita e irresponsable, el gobierno de la provincia de Neuquén le otorga a una entidad no formal, denominada Confederación Mapuche, la facultad de consulta previa sobre el gasoducto a construirse en traza Tratayén-Salliqueló y crea un protocolo para su aplicación. Pero además y lo que es más grave, crea un nuevo precedente para que los intereses detrás de estas agrupaciones, incrementen sus prerrogativas.
Si las empresas que deben invertir en Vaca Muerta para rescatar todo el gas y el petróleo que se encuentra atrapado en el subsuelo ya encuentran graves dificultades con estas cuasi comunidades de seudomapuches, las dificultades que encontrarán a partir de esta nueva puerta que les abre el MPN son inconmensurables, imposibles de medir ahora y en futuro. Y como todos sabemos, a mayor incertidumbre, menor incentivo a la inversión.
Una vez más queda expuesta la tragedia argentina de desaprovechar oportunidades por no hacer lo que se debe hacer, por evitar hacer cumplir las leyes y por no ejercer la autoridad cuando fue conferida. Por este camino, no hay forma de salir de la anomia en la que se encuentra la República. Es tiempo de tomar decisiones valientes y salir de la comodidad del Estado paternalista que todos los días se levanta “ampliando derechos” de las minorías como si los recursos fueran infinitos, en un contexto de país donde la mitad de la población se encuentra en situación de pobreza. Sin coraje y sin elegir bien las prioridades, nunca podremos avanzar hacia el verdadero desarrollo de nuestra Patria. El desafío es de todos.
Fuente: Francisco Sánchez, Diputado Nacional de Juntos por el Cambio y vicepresidente de la comisión de Energía para La Nación