Negocios. Entre el temor al éxodo de empresas y la apuesta a los autos eléctricos
El clima empresario en un contexto de doble crisis, económica y pandémica, preocupa al Gobierno. Por otros motivos, la reacción oficial también tiene una doble cara.
La primera medida defensiva fue trabajar sobre el relato. De ese concepto salió el informe «El mito del éxodo de las empresas», que la usina del Ministerio de Desarrollo Productivo difundió el lunes con el listado detallado de las empresas que habían hecho algún anuncio de salida del país, sus respectivos motivos y una enumeración de 35 anuncios de inversión.
Más allá del sesgo que dice observar en los medios de comunicación, en el equipo económico reconocen que parte del empresariado tiene dudas sobre el rumbo que el Gobierno quiere darle a la economía. La preocupación crece por los ruidos que producen algunas decisiones dentro de la coalición del Frente de Todos. El Senado fue, en estas horas, un ejemplo de iniciativas que asustan a las compañías privadas pese a la intención de pacificación de Martín Guzmán.
La segunda barrera defensiva elegida por el Gobierno salta de lo simbólico a lo material: la agenda pospandemia es la única posible para mostrar acción. Luego de los infundados rumores de éxodo, Toyota presentará en horas no sólo el restyling de la pick up Hilux sino que anunciará inversiones que ratifican que su estadía es a largo plazo.
Entre los anuncios estará además la decisión de iniciar un proceso para que a 2025 todos los autos producidos en el país se muevan con combustibles convencionales y eléctricos. Es una de las obsesiones del ministro Matías Kulfas, que promete un proceso de agregado de valor para el litio. Más precisamente, quiere fabricar baterías en el país. Pero para que alguien invierta cerca de US$1500 millones para poner en pie esa fábrica se necesita demanda. Provendría de la industria automotriz, pero también de un plan que apunta a reconvertir todo el transporte público a electricidad. Todo estará en una ley que vienen discutiendo empresas, gremios y el Gobierno. Alguna YPF de Palermo ya tiene un cargador para autos instalado y Peugeot ya se anticipó al fomento de la electromovilidad con la matriz del 208 (sirve para transformarse en eléctrico).
Así, la agenda de la pandemia, esperan, seguirá dando lugar a otra. Pese a que Guzmán prometió en el presupuesto 2021 que no habrá ATP ni IFE el año que viene, en el equipo económico son más prudente en su desarmado. «Puede ser que en enero y febrero siga para los sectores críticos», contó un miembro de esa mesa. Se irán reemplazando por crédito barato y por los viejos Repros. Ayer este mecanismo fue un tema de debate en el Gabinete.
El otro problema es la brecha cambiaria. Todos reconocen que preocupa, sobre todo cuando es inestable. Pero si Guzmán logra calmar esas aguas, la aprovecharán. Los números oficiales muestran que la expectativa de devaluación empuja algunas burbujas. Así lo demostraron la construcción y la industria en septiembre. El cemento viene con un crecimiento de 12% en octubre y Adefa (que nuclea a las automotrices) promete aumentos de 70% en la producción el año que viene. Son bienes que, hoy por hoy, los argentinos toman como una cobertura.
El Gobierno descarta faltantes de insumos, pero reconoce que la administración se ajusta cada vez más en sintonía con lo que diga el informe de reservas netas del Banco Central. Saben que ese faltante genera problemas, como lo fue la salida de los teléfonos celulares del plan Ahora 12. Allí buscan encontrar nuevos mecanismos baratos de financiación para los consumidores, particularmente para los que compren teléfonos baratos (¿jubilados?).
Toda la fe está puesta en Guzmán y su apuesta a que ingresen dólares -de la construcción- a través del mercado de contado con liquidación. A aguantar hasta la próxima cosecha. Si logran estabilizar la brecha se activarán más rápido los planes de exportación en sectores nicho. Entre ellos, la carne enfriada a China (se analiza todavía una baja de retenciones de 9% a 5%) o la industria forestal. Vaca Muerta y su viabilidad son una incógnita para el oficialismo por los precios internacionales del petróleo.
Pese al regreso de los impuestos internos diferenciales para los artículos electrónicos, «una avivada empresarial en el presupuesto», dicen en la mesa chica del Gobierno, Tierra del Fuego tendrá un proyecto diferente al actual en base a un fondo de inversión -con el mismo costo fiscal que los beneficios actuales-, pero para impulsar las industrias de alimentos, pesca, acuicultura y petroquímica, entre otras actividades definidas como «autosustentables».
Pero para todo esto, el Gobierno requiere recrear la confianza lo antes posible. En parte, esa misión se le encomendó a Guzmán, aunque en el Gobierno muchos aceptan que el problema del dólar no es sólo el contado con liquidación. Es también un problema de clima político.