New Space, una oportunidad para la Argentina
La competencia para acceder al espacio exterior por parte de empresas privadas está viviendo un avance nunca antes visto. Desde hace más de una década, las empresas Space X, Virgin Galactic y Blue Origin buscan hacer cada vez más comunes los viajes al espacio para cualquiera que pueda pagarlo y, también, colonizar la Luna y Marte.
El ingeniero aeroespacial Pablo de León ha trabajado junto a la NASA para diseñar los trajes que viajarán al espacio en los próximos años.12
Detrás de las actividades espaciales que vienen generándose desde el sector privado de la mano de las empresas Space X, Virgin Galactic y Blue Origin surgen, también, importantes avances en la investigación y desarrollo de tecnologías.
El New Space, como se denomina esta nueva carrera por llegar al espacio con aportes privados, está permitiendo economizar muchas de las instancias aeroespaciales que antes estaban en poder de las agencias u organismos gubernamentales.
La Argentina por su parte no ha sido ajena a este devenir mundial, presentando una experiencia de décadas en ese campo. El ingeniero aeroespacial Pablo de León, profesor y director del Departamento de Estudios Espaciales de la Universidad de Dakota del Norte, en los Estados Unidos, ha trabajado junto a la NASA para diseñar los trajes y el hábitat que utilizarán los astronautas que viajarán a Marte en los próximos años. En un diálogo con La Prensa, el especialista se refirió a los desafíos y oportunidades que representa esta carrera para el país.
-¿Qué significa para la humanidad los objetivos de la carrera espacial que lideran Jeff Bezos, Elon Musk y Richard Branson?
-Creo que es mucho más que una competencia entre billonarios. Uno a veces leyendo artículos donde hay gente que critica, de alguna manera, la excesiva riqueza de estas personas y lo ven como una especie de capricho que quieren ir al espacio y lo hacen de esta manera.
-¿Cómo lo ve usted?
-A veces pienso que quizás alguien también criticó a los hermanos Wright y más de uno debe haber dicho «esta gente está loca malgastando su dinero», qué es lo que está haciendo. Lo que pasa ahora es que estos son los primeros pasos donde uno no sabe adónde esto va a terminar y de qué manera.
Posiblemente, se va a ir alejando del objetivo original, que en el caso de Bezos y de Branson es el turismo espacial, y va a convertirse en un derrame tecnológico debido a la cantidad de desarrollos que se generan como consecuencia de esto. Yo lo veo como algo bueno, sin duda esta gente que ha tenido interés en los temas espaciales están inspirados en los logros de la carrera espacial de los años 60 y de los años 70.
-Le hacen un bien al desarrollo tecnológico.
-Sí. Ahora que tienen los medios económicos para poder hacerlo invierten en esto, en vez de comprarse una isla en el Caribe o el quinto yate, y que en definitiva va a terminar beneficiándonos a todos, por ejemplo, generando proyectos como darle Internet a todo el planeta Tierra, como es el caso de Elon Musk con el sistema Starlink. Veo los desarrollos de Tesla, acá en Estados Unidos, como realmente están revolucionando la tecnología automotriz sin utilizar petróleo y otra cantidad de desarrollos que esta gente ha hecho. Me parece muy positivo para todos.
IMPACTO EN LA INDUSTRIA
-¿Cómo impactará que el sector privado esté revolucionando a la industria del transporte con vuelos y velocidades suborbitales?
-Yo no lo circunscribo a lo suborbital, sino que, en el caso de Elon Musk que está verdaderamente revolucionando los vuelos espaciales orbitales, también en unos años vaya más allá de la órbita baja terrestre. Durante décadas la NASA y las agencias espaciales tuvieron el monopolio de los vuelos espaciales y, en particular, los vuelos espaciales tripulados. En estos últimos años se han visto vuelos liderados por Space X que vienen cambiando y superando a las agencias espaciales. Lo que hace esta compañía sobre cómo recuperar los cohetes y volver a usarlos una docena de veces es algo que ninguna agencia espacial del mundo, inclusive la NASA, lo pudo hacer. Eso ya de por sí marca un antes y un después en la industria espacial de la mano de la iniciativa privada de estos inversores ingenieros que han decidido apostar a algo más allá del `conservadurismo ingenieril’, si se me permite la expresión, que tiene un poco la tecnología espacial y que es extremadamente cuidadosa.
-¿Cómo sería ese conservadurismo?
-Muchas veces no se toman riesgos cuando se hace el diseño de una nave espacial justamente por su elevado costo y se va a lo seguro. Sin embargo, en el caso de Space X y los otros dos competidores han decidido tomar riesgos que usualmente los Estados no pueden tomar y, por suerte, hasta ahora les ha salido bien. Creo que es algo muy auspicioso, Space X ha reducido en algunos casos más de 10 veces el costo del transporte espacial y eso, sin duda, va a traer una gran cantidad de cambios no solamente en el tema espacial, sino que en otras áreas.
ARGENTINA
-¿Qué significó para la Argentina el desarrollo de la astronáutica en su suelo? ¿Cuán importantes fueron los gobiernos de Perón y de Frondizi para el sector?
-La Argentina ha sido un país pionero en el desarrollo de sistemas espaciales y no estoy hablando de los últimos 10 ó 20 años. El país empieza este camino hace más de ocho décadas y al mismo tiempo que las primeras naciones superpotencias que empezaron a investigar este tema. El caso del presidente Frondizi fue el que a través de un decreto de 1960 crea la CNIE, la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales, que es la primera agencia espacial de Latinoamérica. Frondizi tuvo la idea pionera, vio lo importante que esta tecnología iba a ser y ayudado por Teófilo Tabanera, un famoso especialista y pionero espacial argentino, crea esta agencia espacial, apenas dos años después de la creación de la NASA.
-También tuvo colaboraciones con la NASA.
-Sí, y con las agencias espaciales de Francia y de la entonces República Federal Alemana y hasta con Brasil. De hecho, los especialistas de Brasil en el área vinieron a aprender a la Argentina cómo se hacía tecnología espacial. Así que fue un país pionero y, hoy en día, sigue teniendo un rol importante en el contexto regional, de México para abajo, la Argentina es el país que tiene más desarrollo en el campo espacial.
-¿Y Perón?
-Fue su primer gobierno el que comenzó el desarrollo aeroespacial en la Argentina. Claro que parte de esto sucedió con la inmigración europea que llegó en ese momento y que estuvo conformada por una cantidad de criminales de guerra del régimen nazi, entre ellos una importante cantidad de ingenieros no solamente alemanes, también italianos y de gente que no era parte del eje, como profesionales de origen polaco que estaban del lado de los aliados.
Todos ellos vinieron al país porque Europa en ese momento estaba prácticamente destruida y no había lugar para este tipo de investigaciones, mientras que en Argentina había un interés por el desarrollo aeronáutico. Tenemos grandes ingenieros como Reimar Horten y Kurt Tang, entre otros. Todos ellos formaron una escuela de ingeniería aeronáutica muy importante y, también, generaron especialistas en aerodinámica, en plantas de poder, en propulsión, desarrollo de aeronaves y eso, más la inversión en talleres y laboratorios de investigación, fueron los que permitieron crear de alguna manera la semilla de lo que después fue el desarrollo de cohetes avanzados en Argentina.
EL MONO JUAN
-La Argentina fue el cuarto país en lograr llevar a un ser vivo al espacio y retornarlo con vida a la Tierra, ¿en qué marco se dio este hito?
-La Argentina desde que empezó el desarrollo de cohetes y, de alguna manera, viendo desde lejos el envío de los primeros animales al espacio, en el caso de Laica por la Unión Soviética y monos en los Estados Unidos, se interesaron también por enviar seres vivos. Esto pasó con un ratón Belisario y varios ratones posteriores que fueron enviados en vuelos de baja altura y, posteriormente, en lanzamiento del mono Juan, en el año 1969, que fue el primer primate argentino en el espacio que llegó a una altura considerable donde prácticamente se considera el espacio. La hazaña se logró en un cohete nacional que eran desarrollos muy complejos para para hacerlos en esos años y, sin embargo, la Argentina lo hizo convirtiéndose en uno de los pocos países del mundo que realizaron este tipo de desarrollo.
-Después no pudo sostenerse.
-El programa espacial argentino tuvo vaivenes a medida que entramos en los años 70 y 80 y, posteriormente, entró en una especie de sinusoide de triunfos y fracasos y, también, falta de atención. Pero de alguna forma siempre nos mantuvimos como país que tenía una presencia espacial muy importante y que, independientemente de los gobiernos, tenía un núcleo de profesionales altamente preparados y muy destacados que hacían desarrollos de gran importancia.
-¿Y qué ocurre ahora?
-Hoy, a pesar de los problemas y de las circunstancias en la Argentina, eso se sigue más o menos manteniendo, aunque creo que podría serlo mucho más y que no hemos explotado las capacidades nacionales. Nuestro país ya tendría que tener un cohete satelital para poner a sus satélites en forma independiente y nunca lo ha logrado no por falta de capacidad, sino por ausencia de decisiones políticas como para poder llevarlo adelante.
-¿Representa el New Space una oportunidad para la Argentina?
-Sin duda alguna es una gran oportunidad y ya hay una serie de empresas argentinas que están trabajando con este tema desde hace rato. Un ejemplo es el caso de Satellogic, que comenzó con un subsidio del ministerio de Ciencia y Tecnología hace unos cuantos años y se desarrolló a escala internacional. Hoy tiene sedes en varios países del mundo y desarrolla una familia de satélites que fotografían a la tierra en alta resolución y ofrecen esas imágenes para diferentes estudios y demás. También están LIA Aerospace y Tlon Space Hay, dos empresas que trabajan en la creación de vehículos lanzadores de satélites.
-¿Qué se necesita para explotar más?
-El medio ambiente actual no es el más adecuado porque el desarrollo espacial requiere la posibilidad de tener fronteras más abiertas para poder exportar, importar y comercializar libremente con otros países. También para que los problemas de nuestros desarrolladores sean exclusivamente más técnicos y no burocráticos e innecesarios porque eso es lo que termina decidiendo que estos emprendedores terminen eligiendo sus destinos en otros países como pasó, de alguna manera, con Satellogic. Considero que un medio ambiente abierto a la innovación, al intercambio con el mundo, a la exportación y a la generación de divisas genuinas es algo que falta justamente para que este nuevo espacio permite ampliar las opciones oportunidades laborales y de desarrollo para el país.
Fuente: La Prensa