Nielsen, sobre la cuerda floja
El presidente de YPF, Guillermo Nielsen, pierde peso político en el interior de la coalición gobernante. Los números no cierran y se acerca el momento en donde se comprobarán los verdaderos efectos de la frase dirigida a los “funcionarios que no funcionan”.
Hay un tema que preocupa especialmente a Cristina Fernández de Kirchner: los hidrocarburos. El interés y la injerencia de la vicepresidenta en la agenda energética no es ninguna novedad. Desde la expropiación de YPF en 2012 y con la posterior gestión del fiel Miguel Galuccio, la ex presidenta ha movido todos los hilos necesarios para hacer de la empresa insignia uno de sus principales bastiones de gestión.
Es de sentido común que en 2020 las proyecciones y las posibilidades del gobierno entrante se vieron afectadas. Por eso, CFK no puede hacer ahora lo que hizo en los últimos años de su jefatura de Estado. En ese entonces subieron las naftas, se destinaron fondos adicionales para la industria, se incrementó la inversión, aumentó la exploración y la producción de gas y petróleo, crecieron las reservas y se acabó el desabastecimiento. ¿Por qué eso hoy no es posible? La respuesta es tan simple como ineludible: no hay guita.
Pero así como en las arcas del Estado hay cada vez más telarañas que dólares, en las petroleras el pandémico año provocó algo similar. Para garantizar su sustentabilidad, Guillermo Nielsen, actual presidente de YPF designado por Alberto Fernández, intento subir las tarifas de las naftas a dos semanas de asumir el cargo. El líder del Frente de Todos (FdT) lo desautorizó al desestimar la propuesta.
La solución para el ex secretario de Finanzas de la administración económica de Roberto Lavagna y la presidencia de Néstor Kirchner sigue siendo el incremento de los precios.
La empresa que tiene un 51% de su composición accionaria en manos del Estado registra los números en un intenso rojo. Su sede central de Puerto Madero está en proceso de venta. La solución para el ex secretario de Finanzas de la administración económica de Roberto Lavagna y la presidencia de Néstor Kirchner sigue siendo el incremento de los precios. Un camino que el kirchnerismo quiere manejar con mucha cautela después de un año en donde la pobreza llegó casi a la mitad de los argentinos.
Por eso el caballo de batalla de CFK es Sergio Affronti, CEO de la compañía desde abril y línea Galuccio, que fue quien le presentó una terna de posibilidades a la vicepresidenta y ella terminaría eligiéndolo. El gerente general mantiene una perspectiva más austera y encolumnada a las pretensiones del universo K. Pero el descontento con Nielsen también viene por el lado de los “funcionarios que no funcionan”.
El funcionario promovió una ley para fomentar Vaca Muerta que ni siquiera ingresó al Congreso y desde marzo pasado nadie en el rubro petrolero entiende como sobrevive.
En el Instituto Patria el principal enojo tiene que ver con la inexistente gestión. Los directores que secundan al ex lavagnista ya le están tomando el tiempo. El funcionario promovió una ley para fomentar Vaca Muerta que ni siquiera ingresó al Congreso y desde marzo pasado nadie en el rubro petrolero entiende como sobrevive.
Alberto lo quiso siempre en su equipo. En un principio sonaba mucho para ocupar la silla en la que finalmente se sentó Martín Guzmán. Pero algunos aseguran que el presidente no puede retenerlo más en el puesto. Lo cierto es que el jefe de Estado no domina ni conoce en profundidad las especificidades del mundo de los hidrocarburos. Y, por otra parte, desde mitad de año que se vienen vaticinando cambios en el Gabinete y Nielsen puede ser una posible deserción del Gabinete ampliado.
Así como el ex secretario de Finanzas pierde peso y bancada dentro del sector, CFK mueve sus fichas y consigue más margen de movimiento con un grupo de hombres que trabajan bajo su venia. El caso de Sergio Lanziani, que fue reemplazado por el cristinista Darío Martínez en la secretaría de Energía –que a su vez fue desplazada del Ministerio de Producción de Matías Kulfas al de Economía, de Guzmán– es elocuente. Lanziani abandonó su oficina y Kulfas, el primer impulsor del Plan Gas y otro de los ministros en la mira del kirchnerismo, perdió su influencia en el área.
La dirigente más popular del país tuvo un ojo puesto en el rubro desde el primer día de su vicepresidencia. A través de los interventores de Enargas y Enre, Federico Bernal y su tocayo Federico Basualdo, Kirchner aseguró su “línea congeladora for ever”, como le dicen algunos empresarios del sector. Los dos funcionarios reguladores expresan públicamente su profundo rechazo a los nuevos aumentos que las petroleras comenzaron a exigir en los inicios de la nueva gestión, incluso después de las extraordinarias ganancias de las eléctricas y gasíferas durante el tarifazo de la administración macrista. En el mismo sentido se pronuncia Mariano Lovelli, director de Relaciones Institucionales del recinto que preside CFK y que se especializa en la cuestión energética.
Fuente: La Noticia Web.