No es tan fácil deshacerse del petróleo
Existen otros factores que hacen que la universalización de las energías renovables sea todavía una utopía
Llegarán las energías renovables a sustituir al petróleo? Si bien su precio ha bajado significativamente y cada día escuchamos sobre nuevos paneles solares y turbinas eólicas, entre otras innovaciones, incluso si la energía solar llegase a ser gratuita, existen otros factores que hacen que su universalización sea todavía una utopía. Y es que hoy el mundo, la política y la economía giran alrededor del llamado oro negro. Pero ¿por qué es tan importante este recurso?
Desde principios del siglo XX este rey negro se ha convertido en un arma política y económica para las grandes potencias del mundo. Guerras y crisis mundiales han surgido por su causa. En el libro Windfall, la excanciller de Estados Unidos Megan O’sullivan explica cómo el crudo ha impulsado políticas estadounidenses de Estado a lo largo de su historia, y cómo el poderío energético determina el dominio mundial. Como ejemplo podemos citar la denominada “crisis del petróleo” que en los años setenta sumergió a Estados Unidos en una recesión económica por la subida del precio del crudo.
Hoy este energético es tan importante que Arabia Saudita, el mayor productor de petróleo y el segundo con mayores reservas en el mundo, está proyectando una ciudad con una luna artificial y arena fluorescente en la playa. Pero los combustibles fósiles no son los malos de la película. Por ejemplo, países como Nigeria, Libia, Argelia y Angola, con gigantescas reservas de crudo, no pueden darse el lujo de dejar de explotarlas, pues sus economías necesitan desesperadamente de un empujón.
China e India son los países que han sacado a más gente de la pobreza en las últimas tres décadas, cerca de 1.000 millones de personas, básicamente brindándoles acceso a energía eléctrica generada por combustibles fósiles. Ya que, lamentablemente, esta es la forma más sencilla y barata de crear energía. En nuestra propia Bolivia, la gente ha comenzado a consumir más energía porque ha aumentado su calidad de vida. Además, el 25% de nuestras exportaciones se deben al gas natural. Recursos que a su vez nos ayudan a implementar proyectos estatales.
En resumen, el petróleo es un combustible barato que puede contribuir a proporcionar electricidad a las más de 1.000 millones de personas que todavía no tienen acceso a este servicio. De hecho, la mayoría de los países, aunque no tengan reservas de crudo, invierten parte de sus ingresos en compañías como Exxon, Shell y Chevron o subsidian la extracción e industrialización de este combustible. Para detener su explotación y con ello el daño que causa a nuestro planeta, se necesita un cambio de mentalidad entre los gobernantes. Hay que erradicar la doble moral en países, algunos miembros de la Unión Europea, que subsidian la implementación de energías renovables y al mismo tiempo invierten en combustibles fósiles.
También necesitamos que los países industrializados ayuden a dar soluciones a que naciones como Nigeria y Angola, entre otras, dejen de depender de este recurso. Mientras los gobernantes no cambien su forma de pensar, seguiremos hablando de avances tecnológicos en energías renovables y precios en caída, pero el petróleo seguirá moviendo los hilos de la política y de la economía mundiales.
* Licenciado en Ingeniería Mecatrónica, magister en Sistemas de Energía.
Fuente: La Razón.