Oil & gas: una decena de proyectos están en marcha y buscan generar exportaciones récord
Plantas de GNL, desarrollos offshore, gasoductos, oleoductos. Hay interés local y capital extranjero para que Argentina se vuelva exportador.
Las empresas, el Gobierno y la oposición parecen alineados en una coincidencia tácita. Es el momento para que la industria energética argentina despegue y el país se convierta en un generador de dólares, a partir de las exportaciones a Brasil, Chile y también el resto del mundo. Los inversores extranjeros muestran disposición para acompañar en la tarea.
El incremento en la producción de petróleo y gas está provocando que una decena de proyectos de infraestructura energética avance a buen ritmo. Aunque todavía pesa el récord negativo de 2022 (con importaciones energéticas por US$ 12.000 millones), hay perspectivas de una mejora para 2023. Y que el despegue se concrete entre 2024 y 2025.
Para llegar a estar listos en ese plazo, se requiere arrancar en los próximos meses con una serie de proyectos. En las empresas están trabajando -en distinto estadío- una decena de inversiones, que ya se iniciaron, están prontas a concretarse, o se encuentran avanzadas. Algunas requieren desembolsos de miles de millones -como una planta de GNL-, otras son más silenciosas, como oleoductos o ampliaciones de gasoductos. Allí estarán las posibilidades para exportar a Chile, Brasil u otros mercados internacionales.
También hay desarrollos offshore en marcha, tanto en gas -en Tierra del Fuego- como cerca de Mar del Plata, para petróleo.
La construcción de una planta de GNL es la iniciativa que más dólares demanda. YPF convocó a Petronas. Directivos de esa compañía malaya estuvieron en Vaca Muerta hace unos días. Al país le sobra gas, pero no lo saca de sus yacimientos porque no tiene como transportarlo. Eso se podría solucionar a partir del gasoducto que conectará Vaca Muerta con Buenos Aires, pero también con extensiones de las redes actuales (TGS y TGN) u otras obras complementarias.
Más allá de Petronas, hay interés de bancos brasileños, inversores árabes, organismos multilaterales y varias empresas más que aún no quieren dar a conocer sus próximos pasos, pero que están entusiasmadas. La alta inflación, las complicaciones para acceder al mercado de cambios y girar utilidades, más los incumplimientos en los marcos normativos (por ejemplo, en la prestación de los servicios de luz y gas) son los factores negativos que pesan sobre el país.
De florecer todos los proyectos que están en danza, Argentina podría concretar exportaciones que superen los US$ 10.000 millones en 2025. El país pasaría de importador de energía a exportador, un punto de inflexión que cambiaría el panorama de divisas en general.
Al margen de YPF, otras empresas también evalúan un proyecto de GNL propio. Varios nacionales conversan con grandes petroleras internacionales para obtener financiación. En 2018, YPF avanzó bastante en diálogos con firmas locales, para lograr plasmar algo en conjunto. Una planta de GNL -que transforma gas en líquido, para poder exportarlo- no baja de un rango entre US $4.000 y US $5.000 millones.
La primera etapa del gasoducto que unirá Vaca Muerta con Buenos Aires es un mojón, que se espera alcanzar para mediados de año. La siguiente etapa conectaría Buenos Aires con Santa Fe. A través de distintos refuerzos o ampliaciones, se puede conectar con caños existentes que llegan a Brasil, Paraguay y Bolivia. Todos mercados que pueden ser receptores de gas argentino.
Argentina cada vez dependerá menos de Bolivia y el ministro de Economía, Sergio Massa, anunció las obras para un “reversal” de la cañería con ese país. La infraestructura existente, que se usa para importar, será adecuada para que también pueda exportar. El gas argentino podría llegar a Brasil directamente -con ampliaciones y obras complementarias- de la segunda parte del gasoducto. Pero también existe la chance que sea a través de Bolivia, que ya tiene armada su red hacia Brasil.
Hacia el sur, la francesa Total Austral tiene en marcha el proyecto Fénix, en Tierra del Fuego. “Permitirá al país desde inicios de 2025 incrementar la disponibilidad de gas, al contar con 10 millones de metros cúbicos diarios de gas -que representan aproximadamente el 8 % de la producción actual- y reducir las importaciones de GNL y gas natural en casi US $2.000 millones anuales”, según esa compañía. Hay una consulta pública en marcha para que la ciudadanía se exprese, como ya la hubo en Mar del Plata para el desarrollo de YPF con Equinor.
La producción petrolera está superando los 630.000 barriles diarios. El mercado local no consume tanto, por lo que se están creando excedentes para la exportación. Y eso ya está pasando. Hay, al menos, tres proyectos que incrementarán la capacidad para despachar petróleo argentino al mundo.
Por un lado, está el oleoducto trasandino, que se iniciará en abril de 2023 y unirá Neuquén con Chile. El país trasandino es importador de petróleo. Argentina le vendió gas, aunque hubo varias interrupciones (contratos que se alteraron por decisiones políticas argentinas) que le quitaron credibilidad a las autoridades locales.
Oldelval, un consorcio de petroleras, también está en un proceso de ampliación. La producción de Vaca Muerta desborda la capacidad de Oldelval que ya está en crecimiento y proyecta llegar al Atlántico hacia 2024 y 2025. Desde allí, se podría exportar a casi todo lo que mire ese océano.
Aunque está presente en el capital accionario de Oldelval, YPF posee otro ducto propio, que podría transportar 360.000 barriles, hacia la terminal de Punta Colorada en Río Negro. Allí habría una terminal marítima después de una inversión de US$ 1.200 millones. También se apunta a que el petróleo argentino mire el mundo.
Con todo el potencial que aflora en gas y petróleo, la electricidad no presenta ese mismo panorama. Aunque hay quita de subsidios por parte del Gobierno, todavía el marco tarifario no ofrece atractivo para que haya inversiones nuevas. El país exporta electricidad, pero en niveles marginales. El aumento en la producción de gas es una buena señal para las usinas, que utilizan ese insumo para abastecerse. Pero las tarifas no ofrecen todavía un sendero atractivo, según fuentes del sector.
Fuente: Martín Bidegaray para Clarín