«Para Vaca Muerta, este año está jugado»
El exsecretario de Energía analiza las consecuencias de la pandemia en el sector y advierte: «No todos los males son culpa del coronavirus». Inversiones, precios, tarifas y empleo.
Daniel Montamat es uno de los gurúes más consultados y respetados en el sector energético. Su vasta experiencia acumulada por haber sido funcionario público, docente y asesor privado hace que sus opiniones y propuestas sean más realistas y lógicas que las que pregonan los académicos puros y los políticos sin conocimiento. En medio de la incertidumbre generalizada que impuso la expansión del coronavirus, analizó con Letra P el escenario energético mundial, los principales problemas que enfrenta la industria hidrocarburífera y qué puede pasar en plano local con las inversiones y los precios en los mercados petrolero, gasífero y eléctrico. «Para Vaca Muerta, este año está jugado», sentenció y advirtió: «No todos los males energéticos son culpa del Covid -19”.
-¿Cómo ha impactado en el mercado energético global la pandemia del coronavirus y las distintas medidas adoptadas por la mayoría de los países afectados?
-Antes del estallido del coronavirus, la demanda petrolera del mundo era de unos 100 millones de barriles/día (b/d) y el shock de demanda por el cierre de las economías redujo el consumo en unos 30 millones b/d promedio. En medio de esa situación, la disputa entre Arabia y Rusia para defender market share y liberarse de los compromisos de cortes productivos agregó incertidumbre sobre el exceso de oferta. Los precios Brent que se proyectaban en alrededor de 60 dólares el barril para 2020 y que ya venían cayendo respecto al año pasado se derrumbaron a 30 dólares.
-¿El reciente acuerdo que alcanzaron la OPEP y sus aliados con el respaldo de Rusia, EE.UU. y el G -20 podría traer una recuperación de los precios del crudo?
-Los acuerdos involucran cortes de unos 10 millones de b/d y empiezan a tener efecto el mes próximo. El presidente (Donald) Trump ha mencionado que se sumarán a esos cortes unos ocho a diez millones de b/d adicionales seguramente pensando en que muchas producciones marginales costosas dejarán de operar. Pero estimo que, mientras la economía mundial siga en “coma inducido”, la magnitud de los cortes respecto a la caída de la demanda en el corto plazo no va a influir mucho en los precios. Sirve para ordenar el exceso de inventario y para evitar que los precios sigan en el quinto subsuelo, pero la recuperación de precios va a depender de cuándo podamos vislumbrar una salida al parate económico mundial. El FMI pronosticó una caída de la economía mundial del 3% en este año y una recuperación del 5.7% para 2021. De darse esos pronósticos, veremos precios muy volátiles este año en torno de los 40 dólares promedio para el crudo Brent. Y para el próximo año es posible que el valor promedio suba a 50 dólares por barril.
-¿Qué pasa con las producciones locales de petróleo y gas y cómo afectan los actuales niveles de precios internacionales a las empresas domésticas?
-Los precios internacionales son disuasivos de nuevas inversiones. Las inversiones ya hundidas enfrentan estos precios con costos marginales de corto plazo (lifting costs) que permiten mantener algunas explotaciones activas. Pero cuidado, porque hay pozos con costos que superan los precios de referencia del barril de la pandemia. En la Argentina somos tomadores de precios y, cuando estos caen, la viabilidad económica de la explotación depende de los costos. Antes de negociar y discutir regímenes excepcionales de precios, debemos ver si es posible reducir costos y aumentar productividad para sostener explotaciones en curso. Lo dicho para el petróleo también vale para el gas. Es cierto que es menos transable y no tiene precios de referencia internacional. Pero, si no lo producimos localmente, hay que importarlo de Bolivia o por barco o sustituirlo por un combustible derivado del petróleo, con lo cual quedamos sometidos a los precios de referencia del exterior.
-¿Está de acuerdo con la reinstalación del esquema conocido como “barril criollo” para sostener un precio por encima de la paridad de importación?. ¿Cuál sería el precio de referencia adecuado?
-Por la excepcionalidad de la crisis, prefiero hablar de la eliminación/flexibilización del régimen que grava las exportaciones de petróleo y de un precio de referencia para el barril local, pero con un mecanismo compensatorio que también debería trasladarse a los precios los combustibles. A ese esquema de compensación habría que blindarlo con un gravamen equivalente móvil para que los precios que se puedan obtener exportando sean iguales a los valores internos de referencia. Tomando en cuenta los precios congelados de hoy de los combustibles y las caídas de los márgenes de refinación, estimo que el precio de referencia del “barril criollo compensado” debería estar en torno de los 45 dólares.
-¿Es conveniente aislar el mercado doméstico de los vaivenes externos?
-No. Esta no es una cuestión ideológica, es una cuestión técnica fundada en las características del negocio. Reitero: en condiciones normales, un país con las características productivas del nuestro es tomador de precios y debe concentrarse en los costos para que haya renta para repartir y se multipliquen las inversiones.
-¿Qué va a pasar con Vaca Muerta y la explotación no convencional? ¿Hasta cuándo podrían paralizarse los proyectos que estaban en curso?
-Vaca Muerta es un proyecto en marcha y, con esta situación excepcional, lo que está en juego es la continuidad de su desarrollo intensivo. Este año está jugado, pero hay que seguir trabajando en la curva de aprendizaje de lo que está en explotación y desarrollar propuestas para reducir costos y aumentar la productividad. Cuando haya signos de normalización en el mercado mundial, tenemos que estar con todo preparado para reactivar el proyecto. Es posible que como consecuencia de esta crisis planetaria haya cambios en el paradigma productivo mundial y se anticipe el pico de la demanda petrolera mundial. Si no largamos en punta cuando “el arca de Noé” de la reactivación pose en tierra firme, es posible que el desarrollo intensivo de Vaca Muerta pierda el tren de los tiempos y de las oportunidades.
-¿Cuánto tiempo llevará restablecer la demanda de naftas y gasoil a los niveles previos al Coronavirus?
–Hoy no sabemos cuándo se vuelve a la normalidad. Los pronósticos para la economía argentina anticipan una caída anual que va del 4,7%, según el FMI, hasta el 8%, de acuerdo con algunas consultoras especializadas. Creo que, para recuperar los niveles de consumo de combustibles previos al coronavirus, tendremos que esperar que se hable de la pandemia en pasado. Ahora bien, tampoco usemos al Covid 19 como chivo expiatorio de todos los males. El consumo de combustibles ya venía impactado por la recesión que supimos conseguir antes de que apareciera el “enemigo invisible”
-¿Qué se espera en materia de suspensiones y despidos de personal en el sector petrolero?
-He sugerido convocar a una mesa petrolera para analizar estos temas asumiendo la realidad y sin voluntarismo. Está claro que, si los precios del barril de la pandemia colapsaron, los costos de la actividad y el nivel de empleo no puede ser los de antes. Hay que tratar de minimizar el impacto evitando el “sálvese quien pueda”.
-En el caso del sector eléctrico, ¿qué debería hacer el Gobierno para que las distribuidoras no vean derrumbados sus ingresos por la falta de pago de los usuarios?
-Las autoridades tienen que asegurar un ingreso a aquellos usuarios más vulnerables, como las pymes, autónomos, monotributistas y trabajadores del sector informal, y evitar que crezca el impago en servicios públicos. De lo contrario, las distribuidoras eléctricas dejarán de pagar los electrones a Cammesa y los generadores dejarán de pagar el gas a los productores y habrá un colapso en la cadena de pagos que puede derivar en concursos y quiebras de magnitud imprevisible.
-¿Qué opina de la decisión del Gobierno de intervenir el ENRE y el Enargas?
-Un error político y un retroceso institucional. Los entes reguladores habían sido normalizados con concursos de antecedentes y la intervención del Congreso. Los reguladores seleccionados tenían mandatos que iban a ir caducando y se podían reemplazar por procedimientos institucionales ya estandarizados.
-¿Qué aspectos y cuidados deberían tenerse en cuenta en las revisiones tarifarias integrales (RTI) que las nuevas autoridades de los entes tienen que encarar con las eléctricas y gasíferas?
-Las tarifas deben permitir a los prestadores recuperar costos y obtener una rentabilidad razonable sobre la base de su capital invertido. Los usuarios más vulnerables deben ser protegidos con una tarifa social para determinados volúmenes de consumo. Además, las nuevas RTI deberían contemplar tanto la implementación de planes especiales para seguir sumando nuevos usuarios como el otorgamiento de subsidios directos para las inversiones destinadas a extender las redes a las zonas aisladas y discriminadas, como la región del NEA.
Fuente: Letrap.