¿Qué esconde la “renegociación de contratos” de Perú?
La misma se realiza bajo amenaza del contrato de Camisea que anunció el gobierno peruano y sigue la ruta que trazó Evo Morales en Bolivia, lo cual resultó en un grave error.
El expresidente de Bolivia Evo Morales es una suerte de consejero del gobierno de Pedro Castillo y el principal promotor para replicar el fallido modelo que implementó en su país. La renegociación bajo amenaza del contrato para la exploración y explotación del gas de Camisea es el primer paso. Pero para entender las implicancias es necesario conocer cómo funcionó la “nacionalización” de hidrocarburos en Bolivia.
Morales realizó en su país un radical cambio en el marco legal del sector hidrocarburos. En 2005, al término del gobierno de Carlos Mesa, se aprobó una nueva ley de hidrocarburos que permitió que el Estado pase a recaudar al menos el 50% del valor de la producción de hidrocarburos y se estableció un Impuesto Directo a los Hidrocarburos de 32% adicionales a las regalías del 18% que el sector pagaba.
En 2006, se hizo efectiva la nacionalización de empresas con un decreto supremo que dispuso la transferencia al Estado de “la propiedad, la posesión y el control total y absoluto de los hidrocarburos”. Así se renegociaron 44 contratos y, en la práctica, significó el pago de millonarias compensaciones. Fue un esquema de renegociación forzada similar a lo que plantea el gobierno de Castillo.
Los hidrocarburos fueron la principal fuente de financiamiento del Gobierno y Evo Morales se atribuyó los créditos, pero con los años y sin nuevas inversiones privadas en el sector, los recursos y el modelo se agotaron.
El exceso de ingresos fiscales en Bolivia se usó para implementar esquemas de transferencias monetarias: bonos, programas sociales, aguinaldos dobles, aumento del salario mínimo, incremento de la planilla estatal, etc. Todo con fines políticos. Pero, como todo ciclo de bonanza de materias primas, se acabó y los precios internacionales cayeron. Bolivia no logró la prometida industrialización. Sigue siendo una economía primaria exportadora; incluso, hoy es más dependiente de los ingresos del sector hidrocarburos.
Solo creció 1% entre 2008 y 2020, ya que el Estado no hizo nuevas inversiones en exploración ni explotación y las inversiones extranjeras pasaron de 6.5% a 2.6% del PBI. El milagro boliviano nunca fue tal.
En Perú, el discurso, las medidas y la polarización pueden ser utilizados para ganar el debate político. Pero la caja fiscal y la crisis económica por el COVID-19 colocan al país en un contexto poco favorable para los peruanos.
“No se puede permitir que el discurso político populista controle el debate nacional. Se deben plantear alternativas viables para defender las causas”, dijo el economista boliviano Gonzalo Chávez.