Quiénes ganaron y quiénes perdieron con Massa de superministro
Los sectores energéticos y el campo mostraron el lado más dinámico de los negocios. El comercio exterior, anclado con el cepo importador, fue el más perjudicado.
El modelo económico que sustentó Sergio Massa para intentar domar las incertidumbres de la macroeconomía local puso en veredas opuestas a ganadores y perdedores en los negocios que maneja el sector privado. Con un escenario de escasez de divisas internacionales, que se le presentó como una restricción para desarrollar un plan con mayores libertades de acción, el ministro de Economía solventó sus aspiraciones de gestión en la administración estricta del comercio exterior con un fuerte cepo a las importaciones y, en paralelo, con condiciones para las inversiones en sectores con capacidad de generar exportaciones. Con la energía en el podio de los beneficiados, los agronegocios se posicionaron como un aliado inesperado del gobierno de Alberto Fernández, pero que, ante la sequía, podría convertirse en el máximo temor del año electoral.
La primera víctima de la gestión de Massa en el Palacio de Hacienda fue el sector importador que, si bien ya tenía antecedentes de restricciones para operar en el comercio exterior durante la administración de Martín Guzmán, sufrió la reducción al máximo de las operaciones. En principio, la veda fue para los productos, pero alcanzó también a los insumos y bienes de capital de los productores y achicó, así, los negocios de los despachantes. Luego de ese torniquete, el titular de la Aduana, Guillermo Michel, se encargó de cerrar el grifo de las compras al exterior vía amparos judiciales, que terminaron por ordenarse con el acceso limitado al Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA).
Aún con las advertencias que partieron desde la Unión Industrial Argentina (UIA), que comanda Daniel Funes de Rioja, la entrega a cuentagotas de permisos para que las fábricas puedan importar insumos generó distintos puntos de tensión en la cadena de valor productiva y la mesa de análisis de las SIRA se convirtió en una «enfermería de la industria». Esa situación disparó la alerta de las empresas manufactureras, que en el último mes del 2022 anticiparon una caída en la actividad sectorial para el año electoral, con impacto en el empleo. Hasta el momento, el secretario José De Mendiguren muestra números de continuidad de la recuperación, y sostiene el discurso del oficialismo de beneficiar al modelo industrialista del Gobierno.
El Frente de Todos hizo de la industrialización una bandera que buscaba contrastar con la recesión y el choque de intereses con la economía macrista. Si bien la pandemia desbarató los planes de crecimiento de la actividad fabril y de recuperación del empleo, el mayor stop se inició el año pasado y promete golpear con fuerza justo en el año de las elecciones presidenciales. El temor de la tormenta perfecta, con estanflación a pesar de los esfuerzos por frenar la inercia de remarcaciones, se instaló en el quinto piso del Palacio de Hacienda. Aún con el viento de frente, la estrella de Vaca Muerta promete mantener a flote a algunos sectores que son parte de la cadena de valor de la generación y transporte del gas patagónico.
Mientras que el Círculo Rojo puso el grito en el cielo por la confrontación entre el Gobierno y la Corte Suprema de Justicia, que quedó institucionalizada con el juicio político que se desarrolla por estos días en el Congreso, el mundo empresario que tiene inversiones en Vaca Muerta se desmarcó de esa pelea. «A Pampa (Energía) no nos afecta en nada», sentenció el CEO de la empresa petrolera, Marcelo Mindlin, el día que sinceró públicamente el lobby para que los legisladores sancionen una ley que resguarde los negocios que surjan de la licuefacción del gas para venderlo al mundo. La plata para comenzar el plan exportador ya está disponible desde marzo.
Si Massa logra poner en la agenda la ley de GNL, habrá encaminado el sueño más esperado por las empresas energéticas que operan en la cuenca neuquina. Hasta el momento, ni Alberto Fernández ni el exministro Guzmán habían podido, ni siquiera, ponerlo en proyecto. Existen antecedentes para que el establishment petróleo mantenga esperanzas, a pesar del año electoral: el desarrollo de Vaca Muerta es el lugar antigrieta que encontró el sector privado, debido a que la próxima administración nacional dependerá de su aporte para conseguir los dólares, que seguirán escasos.
La agroindustria fue uno de los motores de la primera recuperación de la actividad manufacturera local, con la fuerte demanda de maquinaria agrícola que mostró el campo ante la suba del precio internacional de la soja. Si bien la dirigencia chacarera mantiene el choque ideológico y financiero por las retenciones a las exportaciones de granos, Massa logró sellar una sociedad con los ruralistas para lograr engrosar las reservas del Banco Central que conduce Miguel Pesce, a través del dólar-soja. A pesar de haberse convertido en una fuente de emisión monetaria, para pagar la diferencia ante la discrecionalidad cambiaria, no hubo reproches de los economistas vinculados al agro.
Con esa herramienta financiera en la cancha, los jugadores del agropecuarios se corrieron del sector que había empujado por una devaluación del peso. La sequía trastocó los planes de lograr otro año de ingresos récord de dólares por exportación primaria, como sucedió el año pasado con el dólar diferencial. Ante la crisis hídrica, Massa no dudó en activar planes de rescate para auxiliar al campo y alineó a todo su equipo económico para llevarle alivio al nuevo socio, que se convirtió en otro de los sectores más beneficiados por el plan M. El campo reconoció el esfuerzo, aunque mantuvo su distancia.
Los negocios vinculados con la economía del conocimiento y los energéticos de generación limpia son otros vectores del crecimiento al que respaldan desde el Palacio de Hacienda. Y, a pesar de un inicio favorable, las restricciones que encontró la minería en torno al litio, por resistencias en ámbitos provinciales, dejó incertidumbre en el sector.
Fuente: Letra P