Se reanudó la construcción del gasoducto entre Rusia y Alemania
El gobierno de Trump intentó por todos los medios impedir la finalización del gasoducto. Acá lo que está en juego no es solamente el tendido de un gasoducto, sino que el Nord Stream 2 es actualmente uno de los principales puntos de conflicto entre Rusia y Estados Unidos.
Luego de un año, estos últimos días se reanudó la construcción del controvertido gasoducto Nord Stream 2 que permitirá duplicar el flujo de gas de Rusia hacia Alemania. Este proyecto conectará Rusia con el norte de Alemania a través del 1.200 km que atravesarán el Mar Báltico. Sólo faltan 160 km de tendido para terminar el gasoducto y demandó una inversión de más de US$ 9000 millones. Esta línea de transporte de gas recorre un trayecto paralelo al Nord Stream 1, inaugurado en 2012.
La construcción del Nord Stream 2 estuvo frenada desde diciembre del año pasado debido a la imposición de sanciones por parte de Estados Unidos a las empresas encargadas del desarrollo del proyecto. El gobierno de Donald Trump ha intentado por todos los medios impedir la finalización del gasoducto. Acá lo que está en juego no es solamente el tendido de un gasoducto, sino que el Nord Stream 2 es actualmente uno de los principales puntos de conflicto entre Rusia y Estados Unidos.
El mismo responde a dos intereses de Trump. El primero refiere a una cuestión geopolítica: el gobierno norteamericano ha tratado de boicotear este proyecto argumentando que lo único que logrará es aumentar todavía más la dependencia rusa de Europa, por ejemplo Alemania cubre casi la mitad de su consumo de gas con gas proveniente de Rusia.
Trump afirmó en la reunión de la OTAN celebrada en 2018 que “de concretarse el gasoducto Alemania estará completamente controlada por Rusia”. Además, Estados Unidos considera que es una manera de Rusia de boicotear a Ucrania, quien depende de los ingresos de transporte de los gasoductos que pasan por allí, luego del conflicto de Crimea en 2014. Desde ese conflicto que tuvo en vilo a la comunidad internacional Rusia ha buscado por todos los medios de buscar rutas alternativas para exportar su gas sin tener que pasar por Ucrania.
En la imagen se observan todos los gasoductos que utiliza Rusia para exportar gas hacia Europa.
Por otro lado, el interés del gobierno norteamericano por frenar el gasoducto obedece a una cuestión comercial. Ante el gran desarrollo de la industria del shale en Estados Unidos, como vimos hace dos semanas, Trump busca nuevos mercados para su gas natural (exportado en forma de GNL), siendo Europa uno de los mercados más importantes del mundo, busca frenar el abastecimiento de gas ruso al viejo continente. La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, Mariya Zaharova, se pronunció en ese sentido. “Trump está tratando de inundar Europa con el costoso GNL estadounidense”, afirmó la portavoz rusa. El gas natural licuado es una forma de transporte de gas, que se pasa el recurso del estado gaseoso a líquido, a -163° mediante grandes buques metaneros.
La puesta en marcha del Nord Stream 2 estaba originalmente prevista para comienzos de este año. En el proyecto participan, el gigante estatal ruso Gazprom, cinco grupos europeos: el francés Engie, los alemanes Uniper y Wintershall, el austriaco OMV y el angloholandés Shell.
Hasta 2019 la empresa suiza Allseas estaba a cargo de la construcción del proyecto quien se retiró luego de las sanciones, pero a partir de este momento Rusia, a través de Gazprom, asumió la construcción del tramo final de la obra tal, como había adelantado que haría si no se encontraba otra solución. Hasta la fecha se ha completado el 94% de la construcción del gasoducto, que permitirá transportar 150 millones de m3 por día (para tener una idea de su importancia esto es poco más de lo que consume Argentina).
Europa está buscando avanzar hacia energías con bajas emisiones. Sin embargo, las energías renovables tienen varios problemas propios que aun no han podido ser solucionados, como su intermitencia, su falta de almacenamiento, etc. A pesar de estos problemas propios de las energías renovables, la Unión Europea ha negado recientemente el estatus de transición al gas natural, mostrando una vez más que no se rige por cuestiones técnicas sino por ideología. Las autoridades de Bruselas establecieron un límite de emisiones de 100 gramos de CO2 equivalente por kilovatio-hora para las centrales eléctricas de gas. Este es un nivel inalcanzable para estas centrales, lo que significa que podrían perder miles de millones en fondos a medida que los inversores acuden en masa a proyectos con la codiciada etiqueta de “transición”. Sin embargo, independientemente de las etiquetas que la UE asigne a las diferentes formas de generación de energía, es seguro que el gas será un actor clave de la transición energética y su suministro terminará siendo una política de estado de los gobiernos europeos. No se puede ir contra los principios de la termodinámica, por más que los “genios políticos” de la UE lo intenten permanentemente.
El viejo continente busca acelerar la transición energética hacia energías renovables y salir de su dependencia histórica de los hidrocarburos importados, pero noticias como lo sucedido con el Nord Stream 2 dan cuenta de que estos recursos seguirán siendo fundamentales en el futuro y en ese camino el gas natural tendrá un rol clave. El gas natural es el puente hacia el futuro, pero ese puente no está exento de conflictos.
Fuente: Política y Medios