«Si no hay estímulos a la producción por parte de Nación, habrá que prestarle mucha atención a la cadena de valor»
Referente del sector de servicios petroleros, cufré advierte sobre la necesidad de apuntalar la cadena de valor local frente a la crisis provocada por la pandemia.
Su juventud no se condice con una nutrida trayectoria profesional que ya escribió varios capítulos. Con apenas 41 años, Ezequiel Cufré ya condujo el Ministerio de Hidrocarburos de Chubut y hoy es uno de los referentes del sector de servicios petroleros en la Cuenca del Golfo San Jorge. Nacido en Trenque Lauquen, en el interior de la provincia de Buenos Aires, se recibió de ingeniero industrial en la Universidad de La Plata antes de trasladarse hasta Comodoro Rivadavia para insertarse en la industria hidrocarburífera. Hoy está al frente de la Cámara de Empresas de Servicios de la Cuenca del Golfo San Jorge, la entidad que nuclea a proveedores locales de la industria de Oil & Gas.
Analítico y siempre bien predispuesto, el directivo se sumerge en los temas más candentes de la industria en el Golfo. Su punto de pivote es claro: «Dado que no hay incentivos por parte del Estado, hay que prestar mucha atención a la cadena de valor», afirma en diálogo con TRAMA.
La Cuenca del Golfo San Jorge aporta más del 50% de la producción de hidrocarburos al país. Sin embargo, la política nacional de los últimos siete años no gestionó ninguna herramienta para estimular la actividad como sí lo hizo en la Cuenca Neuquina a través del Plan Gas o la Resolución 46.
—Hace seis o siete años que la cuenca no recibe un precio incentivo, pero tenemos características particulares que nos permiten motorizar la producción. Por ejemplo, el Golfo San Jorge tiene muy desarrollada la exportación. Ese asunto lo tenemos resuelto, tanto del lado de la provincia de Chubut como del lado de Santa Cruz. Hay dos operadoras que exportan todos los meses un barco y se les aplicaron derechos de exportación. No solo no existió un fomento para el precio interno del petróleo convencional, sino que a la producción que exporta sus excedentes se le sumó un costo extra. Aun así, el Golfo logró articular lo suficiente para mantener una curva de producción estable.
¿Armaron una estructura menos dependiente del Estado?
—Exacto. La falta de incentivos por parte del Estado es una realidad, pero la industria se apalancó mucho en la producción del Golfo San Jorge cuando tuvimos un precio interno diferente del internacional. Y esto generó, gracias a la producción propia, una transferencia de recursos enorme para apalancar la industria económica y a los diferentes jugadores que luego pudieron invertir fuertemente en Vaca Muerta. De hecho, YPF en los últimos cuatro años hizo pie con la producción de la Cuenca del Golfo e invirtió en la Cuenca Neuquina. La cuota de producción que debe aportar el Golfo al mercado local y las refinerías está cubierta y hay margen para satisfacer la demanda en el largo plazo. Por lo tanto, hay que pasar a otra escala de exportación o implementar el agregado de valor. O pensamos para qué industria petroquímica vamos a destinar el recurso adicional o tomamos la decisión de exportar. En el mercado internacional los compromisos son de largo plazo y se requiere mucha seguridad por parte de quienes se comprometen. La confianza y la seguridad son fundamentales para que cada operador pueda hacer un contrato a largo plazo o exportar un barco por mes sin que ningún otro actor, por motivos coyunturales, trabe ese compromiso. El Golfo San Jorge es la cuenca que tiene más reservas a futuro; por lo tanto, es cuestión de definir inversiones. No hay duda de la disponibilidad del petróleo, pero el momento y el volumen lo definen los actores.
Mientras que, a fines de abril, la caída de la venta de nafta fue del 80% y las operadoras argumentaban que no se necesitaba tanto crudo para refinar en las plantas locales, ustedes avanzaron en la exportación.
—Claro, uno de los motivos que permitió la reactivación de la producción en el Golfo fue el hecho de tener los canales de comercialización a disposición y a largo plazo. Las empresas que exportan tienen amplia trayectoria en el mercado internacional. En cuanto al Estado, diré que existió un castigo en precios destinado a las operadoras que exportan por la gran sobreoferta de producto.
¿Cómo fue la negociación por la cual las operadoras decidieron retomar la actividad a fines de junio?
—No lo llamaría una negociación. Hay mucha confianza y mucho trabajo entre todos los actores. Apenas comenzó la pandemia, los sindicatos de la cuenca comenzaron a dialogar con las operadoras. Esa agenda de diálogo es muy activa en el Golfo y permite anticipar ciertas cosas. Las empresas también discutimos cuestiones de tarifas, de aumentos y bonificaciones. Todos los actores estamos pasando un momento de estrés con la finalidad de sostener la actividad. Gran parte del Golfo, particularmente Chubut, logró sostener con éxito la producción. En julio se perforaron seis pozos, de los cuales cinco pertenecen al Golfo San Jorge y uno a la Cuenca Austral de Santa Cruz. Esto puso en evidencia la necesidad de los jugadores de garantizar un cupo de producción para cumplir con los contratos que tienen a largo plazo. En la Cuenca del Golfo, la coyuntura económica se resolvió dentro del mundo privado. Aquellas operadoras que lograron gestionar variables esenciales como la mirada a futuro, la inversión y el recurso humano de los actores consiguieron sostener una curva de producción muy interesante que hoy está dando sus frutos y controla la inversión.
Entonces, el diálogo entre sindicatos, empresas de servicios y operadoras en torno a diferentes temas evitó la paralización de la actividad.
—Sí. El proceso fue intenso y difícil. Ante la incertidumbre, nuestra principal preocupación tuvo que ver con el pago de sueldos. El compromiso primordial de una empresa de servicios es pagar los haberes el cuarto día hábil, y quizás se tomaban decisiones o surgían cambios hasta el día previo a la liquidación de sueldos. Se vivieron situaciones muy estresantes y tuvimos que articular todos los actores a partir de herramientas que no empleábamos antes, como la videoconferencia. En largas reuniones virtuales comentamos cuál era el compromiso de las distintas operadoras y evaluábamos la situación de cada una. Muchas compañías desdoblaron los pagos de sueldos y algunos han abonado hasta en tres cuotas. En este sentido los sindicatos acompañaron, hicieron un esfuerzo grande y supieron transmitir paciencia a sus afiliados, lo que permitió transitar el momento con relativa calma. Por supuesto que la pérdida de valor fue inevitable. Tanto los trabajadores como las empresas y operadoras perdieron ingresos. Ante una situación en la que todos perdíamos, decidimos poner algo sobre la mesa y apelar a la agenda futura, que es lo que se está trabajando actualmente.
¿Cuál es el próximo paso, para no quedarse solo con lo que ya se hizo?
—Básicamente tenemos que cuidar lo que viene funcionando bien. Son procesos dinámicos. Está bueno el surgimiento de nuevos actores que quieran liderar algún espacio. Mantener el valor de la palabra es fundamental. La gran herramienta del Golfo San Jorge es la palabra. Lo que viene es definir la agenda energética nacional y participar de las decisiones.
En un ciclo de baja en la industria, más que nunca se pone el foco en reducir costos, generar eficiencia y mejorar la productividad. ¿Cómo encaran las empresas de servicio la petición del cliente de hacer, por ejemplo, una disminución de costos?
—Es un pedido que se hizo concretamente. Las operadoras solicitaron una baja de costos, no de tarifas. Y eso tiene que ser apalancado por una mejora de la eficiencia y del costo concreto, pero también de la productividad. Porque se trata de hacer más con lo mismo. Dado que no hay incentivos por parte del Estado, hay que prestar mucha atención a la cadena de valor. El Golfo tiene empresas de larga trayectoria que conocen el servicio y pueden mejorar la ecuación. Quisiera destacar, además, que es un desafío para toda la cuenca hablar de la cadena de valor, principalmente en un momento de pandemia donde las distancias son enormes y no se pueden coordinar viajes, traer cargas o equipos; incluso no se puede cruzar el mismo Golfo de una provincia a la otra. Cuando el norte de Santa Cruz empezó con los primeros casos de coronavirus se complicó mucho el flujo de personas, sobre todo porque convivimos en el Golfo permanentemente. En este momento Chubut tiene un brote importante. Yo creo que vamos a ser eficientes cuando coordinemos estas cuestiones con nuestra propia cadena de valor. No traer equipos de afuera te puede dejar afuera de un negocio. Entonces, aquella cadena de valor que logre resolver estas cuestiones tendrá que mostrar ese liderazgo.
Lo que sigue
¿Qué balance hace respecto del desarrollo de estos últimos años para robustecer la estrategia regional y qué desafíos tienen por delante?
—Se trabaja fuertemente con las autoridades de las diferentes provincias y nos retroalimentamos para lograr la eficiencia. La interacción creció mucho y estamos trabajando en conjunto. En cuanto a la preponderancia de cada lugar, es un tema que tiene que ver con los planes de inversión de cada yacimiento. En el lado de Chubut, puntualmente en Cerro Dragón, Pan American Energy tiene una gran influencia y un plan de actividad muy constante. Además, hay importantes jugadores como YPF, CAPSA y Tecpetrol. Del otro lado de la cuenca, en el franco norte de Santa Cruz, YPF es la empresa principal y va a ser de suma relevancia el plan de inversión que pueda definir la compañía nacional. En términos generales, la producción en ambas provincias es bastante similar. Hoy hay una diferencia a favor de Chubut, pero en conjunto las dos provincias tienen un músculo importante en la actividad.
¿Cuáles son las urgencias que de acá a fin de año va a haber que tener en cuenta para seguir sujetando el escenario?
—La actividad aumenta en bajas cuotas, estaremos en un 50-60% con compromiso de aumentar paulatinamente. Entendemos que no es viable seguir con algún tipo de subsidio como el ATP. Tampoco es viable que las operadoras continúen sosteniendo sueldos. Si bien es un compromiso que están cumpliendo, sabemos que a futuro no es viable y el sector reclama actividad para resolver la viabilidad de la industria. Nuestro indicador diario es el índice de movilidad. Sabemos que hoy la industria pasa por el surtidor, y si hay consumo de combustibles vamos a reclamar actividad porque somos autosuficientes. Destinamos la gran mayoría de la producción a las refinerías propias y una cuota a la exportación. Si la actividad se recupera, el Golfo San Jorge va a estar a la altura de las circunstancias. En los próximos cuatro meses estaremos monitoreando específicamente eso y no podemos pegar un grito para aumentar la producción porque sí. Necesitamos actividad.
Reinventarse
Desde el punto de vista operativo, a mediano o largo plazo van a disminuir las locaciones para perforar y será necesario cuidar lo que existe, sumar tecnología y repensar los modos de operar. Otra tendencia es la de aprovechar los proyectos de recuperación terciaria. ¿Qué agenda hay que configurar desde las empresas de servicio para anticiparse al requerimiento de las operadoras en un futuro cercano?
—Cuando uno está parado en el Golfo San Jorge, naturaliza algunas cuestiones que no son normales en la industria petrolera en general. El Golfo San Jorge es una cuenca madura que supera largamente los 100 años de existencia. En cuanto al nivel de participación de la recuperación secundaria (proceso de inyección de agua para aumentar la presión del pozo), estamos en el orden del 60% en muchos yacimientos. Por otra parte, se empiezan a ver las curvas de producción asociadas a la recuperación terciaria (utilización de polímeros para desprender los hidrocarburos adheridos a la roca). En nuestro Golfo ya no se habla de desarrollar solo con primaria. Cualquier apertura de un campo nuevo se concibe desde el inicio con la técnica energética de recuperación secundaria. Los servicios tienen el desafío de mejorar las técnicas de recuperación de petróleo. Toda aquella técnica que mejore el factor de recuperación con los mismos pozos –hablamos de casi 25.000 pozos en producción solo en Chubut– permite que tan solo un 1% aumente la producción aún más que implementando un plan de perforación. Las empresas de servicios discutimos fuertemente la innovación orientada a mejorar estas técnicas que en el resto de Latinoamérica se gestionan con mayor facilidad.
La cuenca deja lecciones. Ustedes lograron mantener la producción en campos maduros.
—Si se analiza por qué esos yacimientos mostraron una curva de producción constante, hay muchas cuestiones interesantes. Influyen varios factores importantes: la automatización, la inversión y el entendimiento entre el recurso humano. Todos los actores trabajan fuertemente para cuidar el yacimiento. La clave está en no castigar el yacimiento paralizando la producción en forma intempestiva. Hay que entender que cuidar el yacimiento es fundamental.
¿Considera que es un objetivo pendiente de la política estimular la incorporación de nuevos actores a medida que determinados campos pierdan interés para los grandes jugadores?
—Sí, es un tema que desde el Golfo debemos posicionar en agenda. Respecto de los nuevos actores, por ejemplo, el desarrollo futuro en el Golfo es liderar es liderar la exploración offshore. Se hicieron las licitaciones y se presentaron 23 empresas internacionales de gran envergadura para explorar y conocer nuestras aguas, asumiendo que tienen mucho potencial. Es crucial poner el foco en estas cuestiones un tanto relegadas. Esa licitación es un llamado de atención para observar que cuando uno pone acreaje en juego, los exploradores aparecen inmediatamente. Y en el Golfo, a pesar de ser una cuenca madura los yacimientos están otorgados a través de concesiones que tienen una larga duración de 30 años. Por último, quiero destacar que celebro los desarrollos geológicos que se hicieron en la Cuenca Neuquina y fueron muy exitosos. Es un camino que hay que seguir ahondando. Y agrego que como Golfo San Jorge debemos posicionarnos como líderes y protagonistas de las discusiones de la agenda energética nacional.
Fuente: Econojournal.