Sigamos haciendo la fila, no les importamos nada
Agobian, molestan, descolocan e irritan. Tantas cosas más que la politiquería genera en los ciudadanos que quiere que pronto haya certezas, sea cual sea.
Viernes por la noche en una pequeña calle cercana al Chango Más de Dorrego. Habitualmente hay poco tránsito, pero de pronto se sentían bocinas y gritos. La razón. Personas que llegaban y discutían para instalarse en la fila que se formó en Cobos, frente al supermercado, para intentar cargar nafta en una estación de servicio ubicada a cuatro cuadras, a un costado del Acceso Sur.
La explicación del Gobierno para la falta de nafta en las estaciones de servicio
Era un fila interminable que no se reducía, porque avanzaba un lugar y había tres autos sumándose al fondo. Eran decenas, y en mi cabeza me preguntaba a quién voto cada uno de los que estaban esperando (algunos demoraron horas en cargar nafta con cupo limitado). Estadísticamente, casi cuatro de cada diez votaron por Massa, tres lo hicieron por Milei y dos por Bullrich.
Era tarde y muchos tenían cara de cansancio porque, seguramente, laburaron todo el día. Además, seguro muchos discutieron el acontecer político y los más intensos se pelearon en defensa de su candidato. Sin embargo, el que ganó, el que quedó segundo con otra oportunidad y el que perdió y se fue para la casa el domingo, todo terminaron en la misma fila, demoraron el mismo tiempo y putearon al que piensan que es culpable.
Es que hayas votado a quién hayas votado te tenés que bancar a la Argentina tal como es, ya que dependiendo de la realidad y las necesidades, nadie la tiene fácil y -en distinta medida- a todos nos aprieta el zapato. Incluso al que vive de un plan.
La fila de la nafta es la muestra de que en la Argentina el actor político vive en su mundo paralelo y es más importante que cualquier cosa que nos pase a nosotros. Eso, porque mientras vos hacías filas -en todo el país- afuera de las estaciones de servicio, los partidos y sus voceros se mataban en un canal y en otro. A esa misma hora se mandaban comunicados y se prometían las penas del infierno por hablar de sus proceres, por tocar al fundador de una cosa o de otra, o porque no les avisaron.
El escenario que te mostraban era más dramático que el de las novelas turcas o las venezolanas de los ’90 (y por supuesto más importante que vos haciendo fila por nafta). Lo más viejos destacaban que no iban a aceptar maltratos porque llevan 30 o 40 años en la política. Sí, lo contaban como un logro, porque están orgullosos de vivir de la teta del Estado y ni se arrugan al reconocerlo.
No les importamos un carajo, no les importa realmente quién te va a gobernar, sino que están preocupados por la cuota de poder que tendrán para llegar el 2025 a las elecciones de medio término. El actor político argentino está programado y toma sus decisiones pensando en la elección que viene y en cuántos votos suma o resta por cada medida que toma.
Se pelean defendiendo a uno y a otro, pero en décadas la Argentina no hizo las reformas estructurales que necesita para arrancar. Sea quien sea el presidente, no va a tener éxito si no hace reformas estructurales porque el modelo instalado por la política es inviable. Cuando no haces las reformas que tenés que hacer se llega a la situación que tenemos hoy, donde faltan productos en los supermercados y nafta en las estaciones de servicio de un país productor de hidrocarburos.
Todos los políticos que se «fabricaron» y están en la actividad pública en las últimas dos décadas son pésimos (si llevan más son peores). A la hora de medir, la clase de la que forman parte fue dejando un país cada vez peor y con vicios eternos como la inflación. Son pésimos porque multiplicaron los pobres, porque ven cómo vive la gente y conocen sus dramas, pero siempre por encima está el partido, los próceres y todas sus boludeces.
Se supone que las elecciones deberían mostrar lo mejor de la clase política porque es la fiesta de la democracia, pero lo que terminan mostrando es que el ciudadano está solo y que, pase lo que pase en noviembre, estás lejos de encontrar respuestas en los dirigentes que se pasan el tiempo mirándose el ombligo.
Párrafo aparte para esos dirigentes que mandan mensajes a sus amigos en las radios, en joda o en serio, diciendo a quién van a «poner» para que sea gobernador en cuatro años más. Eso, es la muestra viva de lo es el pensamiento del político mendocino y argentino, porque ni siquiera empezó una gestión y ya están viendo la próxima elección para cuidar su cuota de poder o para volver al poder, si es que lo perdieron. Eso, porque el poder les encanta.
Estamos solos, más que nunca, así que cada uno vote al que quiera en noviembre, pero no nos saquemos los ojos por el político de turno. No te pelees con nadie de tu entorno por ellos, porque ellos nunca van a venir a ayudarte. Sí va a estar tu vecino, tu amigo, tu hermano o el tipo que iba pasando cerca justo cuando lo necesitaste. Ninguno te va a preguntar a quién votaste, pero te va a contener como no lo hará jamás un dirigente para el que sólo sos un voto más o uno menos.
Fuente: Edu Gajardo para Memo