Tiempos difíciles para avanzar con la construcción de una central nuclear china
El gobierno evalúa firmar el contrato de la cuarta central atómica presionado por China y alentado por sectores internos que cuentan con el respaldo de la vicepresidenta Cristina Kirchner. Un proyecto de alto costo que desata internas.
La culminación de la central atómica Atucha II fue uno de los grandes logros científico-técnicos de la gestión kirchnerista junto con la puesta en órbita de los satélites Arsat 1 y Arsat 2. El plan nuclear diseñado entonces contemplaba también la construcción de otros dos reactores a partir de una serie de acuerdos firmados con China en 2014 y 2015. Como reveló EconoJournal, el gobierno de Alberto Fernández evalúa por estos días avanzar con la firma del contrato para la cuarta central atómica, presionado por el gigante asiático y alentado por sectores internos que cuentan con el respaldo de la propia vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo, el contexto es muy diferente al de aquellos años. Los cambios que introdujo el gobierno de Macri en el plan de cooperación nuclear con China son tan significativos que seguir por ese mismo camino no ofrece un beneficio claro, mientras que volver a recrear las condiciones del acuerdo inicial no es posible en el contexto actual.
El acuerdo original preveía la construcción de un reactor de uranio natural modelo Candu y otro de uranio enriquecido modelo Hualong, ambos financiados por China. El primer reactor fue propuesto por Argentina porque es una tecnología que el país maneja y le permitiría aprovechar al máximo sus capacidades nucleares, potenciando además una vasta red de proveedores locales ya desarrollada. El segundo reactor es promocionado por China como parte de su desembarco estratégico en la región y Argentina aceptó construirlo porque le permitía iniciar una transición gradual hacia esa otra tecnología. Durante el gobierno de Macri el plan original se alteró. Luego de varias idas y vueltas, en 2018 la empresa estatal Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA) archivó el proyecto Candu y decidió seguir adelante solo con el reactor Hualong que promueve China.
Críticas al proyecto
El ingeniero José Luis Antúnez, ex titular de Nucleoeléctrica y principal responsable de la culminación de Atucha II, firmó hace algunas semanas un documento junto con los investigadores Andrés Kreiner, Gabriel Barceló y Eduardo Barreiro, donde afirman que “seguir adelante solo con la construcción del reactor Hualong “sería la peor de las alternativas posibles”.
El Hualong es un proyecto “llave en mano”, con una integración local de apenas el 40%, la misma que tuvo Atucha I cuando Argentina recién empezaba a recorrer este camino hace 50 años, y que demandará una inversión cercana a los 8000 millones de dólares. Además, el país depende de la importación del combustible para garantizar el funcionamiento de la central. Por ese motivo, los especialistas plantean la necesidad de continuar también con la tecnología de uranio natural.
EconoJournal reveló el lunes que luego de la difusión de ese documento, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, recibieron a Antúnez, Kreiner y Barceló, para conocer su posición con más detalle. La respuesta de quienes respaldan el proyecto no se hizo esperar.
Defensa del Hualong
En un artículo publicado el martes en el portal Cenital, Sabino Vaca Narvaja, representante Especial para la Promoción Comercial e Inversiones en China y referente de Cristina Fernández de Kirchner en ese tema, e Isidro Baschar, licenciado en Relaciones Internacionales y flamante director de Nucleoeléctrica designado por pedido de la vicepresidenta, respaldaron la construcción del reactor Hualong como parte de una “asociación inteligente” con China, segunda potencia económica del mundo y principal socio comercial del país.
Los autores afirman en ese texto que el acuerdo nuclear con el país asiático ayudará a fortalecer una estrategia de desarrollo nacional y remarcan que la central se construirá con un crédito chino de 7900 millones de dólares a tasa preferencial que “comenzaría a repagarse 8 años después, cuando el reactor comience a generar energía eléctrica”.
También señalan que “nuestro país se encuentra haciendo todos los esfuerzos necesarios para rediscutir la participación nacional del 40% del monto total del contrato acordada durante la gestión anterior con vistas a incrementarla, toda vez que se continúa conversando sobre las condiciones para la transferencia de la tecnología para fabricar el combustible nuclear en el país”.
Con respecto a la cancelación del proyecto CANDU, sostienen “que la Secretaría de Energía en conjunto con NA-SA se encuentran trabajando en la posibilidad de reactivarlo”.
Además de Baschar, el resto del directorio de Nucleoeléctrica respalda la construcción del Hualong. Su presidente Eduardo Nies, el vicepresidente Rubén Quintana, Juan Pablo Ordoñez y Lucas Castiglioni. La continuidad respecto de los cambios negociados por el gobierno de Macri la expresa además el abogado Sergio Rodrigo Cabado, quien fue Director Nacional de Evaluación y Supervisión de Proyectos Nucleares durante la gestión anterior y ahora asesora al directorio de NA-SA.
Lo que no se dice
La energía nuclear es sustancialmente más cara que otras opciones, aunque sirve para desarrollar el sistema científico-tecnológico y fortalecer una red de proveedores calificados. El problema es que la central china Hualong no ofrece prácticamente nada en ese sentido. Por eso se menciona también la necesidad de reflotar la construcción de la central Candu.
Ahora bien, si China aceptara volver de algún modo a los acuerdos de 2014 y 2015 y financiar dos reactores, el proyecto entonces demandaría unos 15.000 millones de dólares en un contexto muy diferente al de aquellos años. En la actualidad se está tratando de cerrar una reestructuración con los acreedores privados que incluye una fuerte quita porque no se les puede pagar. Además, se le deben 44.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional y la negociación para estirar los plazos de pago ni siquiera comenzó.
En ese contexto, incrementar la deuda pública en otros 15.000 millones suena inconveniente, ya que si bien China financiaría las obras, eso no significa que no haya que pagarlas. Además, no hay que perder de vista que el país no tiene en la actualidad un déficit de generación de energía y salvo una catástrofe es difícil que lo tenga en el mediano plazo. El desarrollo de la energía nuclear es clave, pero las opciones que ofrece China no parecen ser las adecuadas para el momento que enfrenta el país.
Fuente: Econojournal.