Una economía golpeada despierta a Bolsonaro del sueño de la reelección
El ministro de Economía, Paulo Guedes, da cuenta de su encuentro con los presidentes del Senado, Rodrigo Pacheco (D), y de la Cámara de Diputados, Arthur Lira (I), para negociar la aprobación de una enmienda constitucional a fin de aplazar los pagos de deudas judiciales del gobierno, que dispondría así de más recursos para ampliar el programa social de ayuda a las familias más pobres. El objetivo es conquistar votos para la reelección del presidente
La inflación acumulada de 9,68 por ciento, más de 14 millones de desempleados y el riesgo de un apagón eléctrico destrozaron la posibilidad de una recuperación económica con que Jair Bolsonaro soñaba para poder reelegirse como presidente de Brasil en 2022.
“No viviremos exactamente una estanflación”, que algunos creen posible en el próximo año, según el economista Luis Eduardo Assis, profesor de la Universidad Católica de São Paulo y exdirector del Banco Central de Brasil.
Pero “tendremos una inflación muy alta en 2021, seguida de índices más bajos en 2022, con un crecimiento del producto interno bruto (PIB) fuerte este año, cerca de cinco por ciento, seguido de uno mediocre el año que viene, cerca de 1,5 por ciento”, previó a IPS desde São Paulo.
La inflación, creciente este año, forzó el Banco Central a elevar gradualmente su tasa básica de intereses, de dos por ciento en el primer bimestre a 6,25 por ciento el 22 de septiembre.
Se creó una situación inusitada, de “fuerte elevación de los intereses en el contexto de un desempleo superior a 14 por ciento”, observó Assis.
Usualmente el alza de los precios ocurre cuando crece la demanda, lo que no ocurre si se reducen los ingresos de la población a causa de la desocupación.
Se esperaba una fuerte recuperación de la economía, tras la recesión provocada por la pandemia de covid-19 en 2020. Pero el crecimiento de este año, previsto por bancos y analistas, difícilmente alcanzará el cinco por ciento, es decir compensará solo parcialmente la caída de 4,1 por ciento del PIB en el año pasado.
Las previsiones para 2022, año de las elecciones presidenciales y legislativas que tendrán lugar en octubre, disminuyeron de cerca de 2,5 por ciento para 1,5 por ciento o incluso menos de uno por ciento, ante los obstáculos surgidos en los últimos meses.
La incertidumbre política, provocada por las acciones y declaraciones del presidente de extrema derecha, se suma a los varios factores que arruinaron las perspectivas económicas.
La actitud irracional del gobierno de Bolsonaro en temas internacionales y el desmontaje de la política ambiental ya venían alejando inversiones extranjeras y poniendo en riesgo las exportaciones brasileñas de productos primarios por las normas de los países de destino.
Los efectos económicos adversos recrudecieron últimamente por las amenazas de Bolsonaro al Supremo Tribunal Federal, que generaron el temor de que se avance hacia una ruptura del régimen democrático.
Promovió un injustificado desfile de tanques en Brasilia el 10 de agosto, exactamente el día en que la Cámara de Diputados rechazó el proyecto que restablecería el voto impreso en las elecciones brasileñas, lo que hubiese supuesto un retroceso de 25 años.
El 7 de septiembre, el Día de la Patria en Brasil, convocó centenares de miles de seguidores en manifestaciones percibidas como un intento cuajar un golpe de Estado.
El presidente Jair Bolsonaro se dirige al podio de la Asamblea General de las Naciones Unidas, portando mascarilla, la que evita en sus comparecencias públicas en Brasil, y hablar de éxitos económicos y ambientales de su gobierno, en realidad inexistentes. También uso su comparecencia en el foro mundial, el martes 21, para volver a defender medicamentos ineficaces para la covid-19 a la vez que rechazó “el pasaporte covid” y otras medidas que estimulan la vacunación a nivel internacional.
El mismo ministro de Economía, Paulo Guedes, reconoció que los “ruidos políticos” afectan la economía, al desacelerar su crecimiento y agravar la inflación. Se refería a los excesos de su presidente “en las palabras, pero no en las acciones”.
En el sector empresarial, uno de los sostenes de Bolsonaro y su gobierno ultraderechista, hay sectores que identifican escollos a la recuperación económica en las actitudes del presidente, especialmente en sus actos contra la estabilidad institucional.
Hildete Pereira de Melo, profesora de la Universidad Federal Fluminense, en Niteroi, una ciudad próxima a Río de Janeiro, recuerda que el gobierno de Bolsonaro daña la economía desde que se instaló el primer día de 2019, con su anti política ambiental, las declaraciones contra China y el negacionismo ante la pandemia.
“Bolsonaro siembra vendavales, pero el dicho mercado no dejó de apoyarlo”, lamentó esa economista de izquierda, que dedicó buena parte de sus estudios a las trabajadoras domésticas.
Ahora se suma la respuesta tardía e inadecuada a la crisis hídrica que puede dejar el país con insuficiencia de electricidad y forzar el racionamiento de electricidad, como ocurrió en 2001, señaló Pereira a IPS desde la misma ciudad carioca.
El “apagón” de 2001 provocó pesadas pérdidas económicas y efectos políticos. Redujo la popularidad del gobierno y se considera que fue decisivo para el triunfo del opositor Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), del izquierdista Partido de los Trabajadores, en las elecciones presidenciales de 2002.
Puede repetirse parte de la historia, ya que Lula es el precandidato favorito en las próximas elecciones según varias encuestas recientes, con cerca del doble de las intenciones de voto que adjudican a Bolsonaro en un intento de reelección.
Brasil depende de sus centrales hidroeléctricas que responden por 63 por ciento de la capacidad nacional de generación eléctrica. La escasez de agua obligó a reactivar todas las centrales térmicas a derivados de petróleo y gas, hecho que encarece la electricidad y agravó la inflación.
Bolsonaro y su gobierno pueden sufrir otra adversidad si China sufre una crisis o desacelera su crecimiento económico a causa de las dificultades que enfrenta Evergrande, el segundo mayor grupo inmobiliario de China, para pagar su deuda de más de 300 000 millones de dólares.
Una información sobre la posibilidad de su insolvencia derrumba las bolsas en todo el mundo el 21 de septiembre.
Una protesta en Brasilia contra la privatización de la empresa estatal de energía eléctrica, Eletrobrás, y contra el alza del costo de la electricidad en Brasil. Foto: Pedro
La economía brasileña depende de las exportaciones de soja, mineral de hierro y petróleo a China. Cualquier oscilación en el mercado de la superpotencia asiática tiene fuertes efectos en Brasil. Es lo que hizo Bolsonaro y sus ministros contener los ataques al “comunismo” chino, frecuentes en los primeros meses de su gestión.
Pero más que “las diatribas de Bolsonaro” es la gestión de Guedes como ministro de Economía, un neoliberal que “quiere privatizar todo” y más preocupado con “sus pequeños negocios”, el factor del deterioro económico de Brasil, según Pereira.
Guedes nunca fue un economista respetado en Brasil ni tenía experiencia en la administración pública, “ni siquiera sabía que en agosto tenía que presentar el presupuesto nacional del año siguiente”, acotó.
“Su saña contra los funcionarios públicos condujo al desmantelamiento del andamiaje administrativo del Estado, lo desorganiza, se privó del equipo de técnicos experimentados y no sabe negociar con el mundo político”, sostuvo.
En consecuencia sus propuestas que dependen de la aprobación legislativa no caminan o son alteradas en su trámite en el bicameral Congreso Nacional.
Un economista neoliberal, entrenado en la escuela estadounidense de Chicago y en Chile bajo la dictadura del general Augusto Pinochet, sería la peor alternativa para gestionar una economía como la brasileña, grande, desigual y diversificada, en tiempos de pandemia y de emergencias climáticas.
La combinación de inflación, desempleo, bajo crecimiento, altas tasas de interés y crisis hídrica es fatal para un presidente que busca reelegirse, opinó Assis.
“De eso resulta inevitable que tendremos ruidos y turbulencias en los próximos meses. La política económica hoy disponible es incompatible con las necesidades de Bolsonaro para la reelección. Deduzco que habrá conflictos entre la agenda política y la estrategia económica”, concluyó.
Fuente: IPS