Uno de los objetivos que tienen los ingenieros medioambientales es revertir los gases de efecto invernadero utilizándolos a su favor. El aire está lleno de dióxido de carbono por culpa de las centrales eléctricas, el tráfico y las fábricas, por lo cual capturarlo no es difícil.

Pero, ¿qué hacemos con todo ese carbono capturado? Matteo Cargnello, ingeniero químico de la Universidad de Stanford, trabaja para convertirlo en otros productos químicos útiles: como el propano, el butano y otros combustibles hidrocarburos.

Un nuevo catalizador, inventado por Cargnello y su equipo, avanza hacia el objetivo de crear gasolina limpia aumentando la producción de hidrocarburos de cadena larga en las reacciones químicas.

«Podemos crear gasolina, literalmente«, explica Cargnello. El catalizador produjo 1.000 veces más butano (el hidrocarburo más largo que pudo producir a su máxima presión) que el catalizador estándar dadas las mismas cantidades de dióxido de carbono, hidrógeno, catalizador, presión, calor y tiempo.

El nuevo catalizador está compuesto por rutenio, un raro metal de transición perteneciente al grupo del platino, recubierto de una fina capa de plástico. Como cualquier catalizador, este invento acelera las reacciones químicas sin agotarse en el proceso.

El rutenio también tiene la ventaja de ser menos caro que otros catalizadores de alta calidad, como el paladio y el platino. Cargnello y su equipo describen el catalizador y los resultados de sus experimentos en su último trabajo, publicado esta semana en una prestigiosa revista.

Cargnello y su equipo tardaron siete años en descubrir y perfeccionar el nuevo catalizador. El problema: cuanto más larga es la cadena de hidrocarburos, más difícil es su producción.

La unión de carbono con carbono requiere calor y una gran presión, lo que hace que el proceso sea caro y requiera mucha energía.

En este sentido, la capacidad del nuevo catalizador para producir gasolina a partir de la reacción es un gran avance. El reactor de su laboratorio solo necesitaría una mayor presión para producir todos los hidrocarburos de cadena larga para la gasolina.

La gasolina es líquida a temperatura ambiente y, por tanto, mucho más fácil de manejar que sus hermanos gaseosos de cadena corta (metano, etano y propano), que son difíciles de almacenar y propensos a evaporarse.

El equipo investigador imagina un ciclo neutro en el que el dióxido de carbono se recoge, se convierte en combustible, se quema de nuevo y el dióxido de carbono resultante vuelve a iniciar el ciclo. Lo que se llama un círculo cerrado, donde no contaminamos más.

Fuente: Computer Hoy