Vaca Muerta: cielo e infierno para inversores y argentinos
El yacimiento de shale gas y petróleo podría aportar un salto de exportaciones. Las dudas están en las reglas de juego.
El economista Ricardo Arriazu, un estudioso de la matriz energética argentina, fue categórico en la semana al hablar en Córdoba: «Vaca Muerta desaparece si se aplican medidas como congelar tarifas por 100 días o se pesifican. No tiene posibilidades de desarrollarse si cambiaran las reglas de juego porque hay que invertir y sin rentabilidad no existe».
La advertencia respondió al trabajo titulado «Aportes de Equipos Técnicos a la Unidad» que se llevó Alberto Fernández de una reunión con la dirigencia del PJ y que desarrolla un extenso conjunto de propuestas sobre economía, trabajo, agro, energía, etc.
El rubro energía tiene un particular interés a partir de la idea de que el desarrollo del yacimiento de gas y shale oil de Vaca Muerta se presenta como la llave para aumentar las exportaciones, conseguir dólares y, por tanto, crear condiciones para que la Argentina pueda salir del estancamiento en el que está desde hace nueve años.
Expertos en el mercado petrolero sostienen que «Vaca Muerta puede exportar 500.000 barriles diarios de petróleo que equivalen a US$10.000 millones al año, con lo que el cepo cambiario no tendría razón de existir».
Pero, según los técnicos, para hacer crecer las exportaciones, se requieren inversiones de entre US$5.000 y US$10.000 millones a lo largo de los próximos diez años.
En ese punto es que la admonición de Arriazu cobra proyección: ninguna empresa —y en Vaca Muerta juegan las grandes— estará dispuesta a invertir con fuerza sin dos condiciones: precios internacionales y posibilidad de girar sus utilidades.
Eso ya lo demostró el contrato con Chevron que firmó el gobierno de Cristina Kirchner y que sigue vigente.
El tema gana en sensibilidad a partir de una postura central del documento del PJ que afirma lo siguiente: «Nuestro país es productor de energía. No hay motivo por el que los consumidores deban pagar el mismo valor que se paga en países que no cuentan con recursos. Por ello, los eventuales aumentos del dólar no pueden ser trasladados automáticamente al consumidor».
Con esa base, el PJ propone congelar tarifas por cien días y, en ese término, crear una «Comisión de Revisión Tarifas Integral que deberá establecer el costo real de producción de transporte de gas y electricidad».
Tanto el candidato del Frente de Todos como su entorno adelantaron la «desdolarización» de las tarifas en el caso de llegar al Gobierno y eso no sorprende. Lo que todavía no está claro es quién se haría cargo de la diferencia entre precios de la energía que justifiquen las inversiones y las decisiones políticas de adecuar las tarifas a los bolsillos de los usuarios.
El país tiene una larga experiencia en vender bienes y servicios a la medida del bolsillo de los argentinos sin considerar las variaciones que los precios de esos bienes y servicios puedan tener en el mercado internacional. La clave está en quién financia la diferencia.
Guillermo Nielsen, integrante del equipo de Fernández, está encargado de generar un plan para «blindar» Vaca Muerta en el entendimiento de que es una vía para conseguir dólares. Pero los mensajes son contradictorios y entre el millón de dudas está la de si se trata de slogans de campaña para lo que algunos dirigentes denominan «la gilada», de desconocimiento de la actividad o de convicciones profundas.
En ese sentido, y a dos semanas de la primera vuelta electoral, el ganador de las PASO comenzó a perfilar su posible estrategia negociadora en caso de llegar al Gobierno al decir en AM530: «No sé qué va a pedir el FMI. La Argentina no está en condiciones de realizar más ajustes, lo que necesita es recuperar la economía. Ya el ajuste que hizo Macri fue magnífico. Fíjense hasta dónde llegó que ya ni vacunas tenemos».
Fernández se alista para negociar la deuda (en 2020 el país necesita US$30.000 millones en partes iguales entre dólares y pesos para cumplir con sus compromisos) en caso de ganar.
Pero antes anunciaría un aumento de sueldos y jubilaciones como puntapié inicial en un intento de recuperación del consumo. Sobre eso se edificaría un acuerdo de precios y salarios por algún tiempo para tratar de quebrar la inercia de una inflación que se presenta muy amenazante sobre el fin de año, gane quien gane las elecciones.
Fuente: Clarín.