YPF invierte US$ 700 millones en Vaca Muerta
Los combustibles son los únicos precios autorizados a subir por un Gobierno decidido a recomponer la caja de la petrolera. Allí mandan ejecutivos que responden a Cristina.
La empresa de yacimientos fiscales de la nación concretó su peor trimestre en su historia en ventas entre abril y junio de 2020 en el que perdió $ 85.000 millones. La cuarentena sacudio las finanzas de la compañía, que encima tenía los precios de sus combustibles congelados. Desde agosto de 2020, la petrolera estatal se puso marcha con una catarata inagotable de aumentos que ya acumula 60% y falta otro más para mayo, que será del 6%.
Esta inversión cubre con más de la mitad del compromiso asumido por YPF. Algo más de la mitad será en petróleo US$ 700 millones y US$ 600 millones, para cumplir con los compromisos del plan Gas. La empresa asegura que será un 70% más que en 2020, cuando invirtió la cifra más baja de su historia.
Gracias al aumento de precios del 60%, la compañía se garantiza engordar sus ingresos por refinación (llamado “downstream” en el mundo petrolero). El combustible que se despacha en las estaciones generó dos tercios de la caja en el segundo trimestre de 2020, cuando la pandemia afectó las ventas en el mercado interno y casi paralizó la actividad. Aunque el conflicto por Vaca Muerta sigue sin resolverse, los precios más elevados al consumidor podrían garantizar que YPF cuente con caja.
Entre diciembre de 2019 y agosto de 2020, las ideas de Guillermo Nielsen -el ex presidente de la entidad- de subir los precios eran rechazadas por los ejecutivos nombrados por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en la compañía. Con la llegada de Pablo González, a la presidencia todo cambió. Aunque el Gobierno plantea congelar los precios de alimentos, insumos y buena parte de la economía, autorizó seguir aumentando las naftas.
La suba de los precios de YPF supera la depreciación del dólar al tipo de cambio oficial en el mismo período. Con el próximo aumento -en mayo-, habrán vuelto a la histórica relación de un dólar por cada litro de nafta súper. La compañia goza de privilegios que no poseen otras. Entre 2012 y 2015, bajo la presidencia de Miguel Galuccio, se avanzó con la mayor recomposición de precios de los últimos diez años, llevando los importes en dólares a niveles récord. El accionar de Galuccio contó con el respaldo de Fernández de Kirchner, que era presidenta.
Si bien los economistas subestiman el peso del aumento de los combustibles sobre el total de la canasta, la mayor incidencia se termina reflejando en la logística gracias a que el transporte en su inmensa mayoria depende de la nafta y por consecuencia su precio. “El Gobierno, a través de Precios Máximos no me deja aumentar los precios al ritmo de la inflación. Pero mis costos logísticos, por ejemplo, de mover mercaderías y productos de un lado al otro, subieron un 60%”, se quejan los empresarios.
Algunos conflictos en la renegociación de deuda provocaron una caída en la acción de YPF, que devaluó la cotización bursátil de la compañía. Para el management profesional (encabezado por el CEO Sergio Affronti), eso nunca es una buena noticia. Affronti llegó a ese puesto sugerido por Galuccio, con la aprobación de Fernández de Kirchner. Luego obtuvo rienda para poder aumentar 60%, con el aval político. Según la plana mayor, no habrá aumentos para el resto del año. Con lo obtenido hasta ahora, la industria estima que YPF está en condiciones de cumplir con esa promesa. La administración de Cambiemos también trató de subir en surtidores al ritmo del dólar. Actuales ministros (como Nicolás Trotta, de Educación) criticaban esa política, aún cuando hubo períodos en que los aumentos fueron menores a los de la gestión actual. El teorema de Baglini también está en las estaciones de servicio.